viernes 19 de abril, 2024
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Sube el dólar, ¿qué hago?

Estudio Signorelli & Altamiranda
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Estudio Signorelli & Altamiranda

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Ec. Joaquín Forrisi
Para Estudio Signorelli&Altamiranda
Esta es una pregunta habitual en los agentes económicos a todos los niveles, personas, familias y empresas. De hecho, la respuesta es diferente para cada agente y para cada tipo de empresa.
En cuanto a las familias, es habitual que los ahorros que serán utilizados en el largo plazo estén nominados en dólares. La escasa oferta de instrumentos de inversión en moneda nacional, combinado con la alta inflación histórica y en términos internacionales, hace poco viable el ahorro en moneda nacional, principalmente por la pérdida de valor.
En las empresas, la situación es algo distinta. Las posiciones en dinero a utilizarse a largo plazo son menos habituales, ya que en general se distribuyen en forma de dividendos, y los saldos líquidos suelen estar más asociados a motivos transaccionales, cómo la compra de mercadería o salarios.
En este sentido, las buenas prácticas de tesorería sugieren que las posiciones líquidas estén calzadas en la moneda del egreso. Esto implica que si una empresa local tiene conocimiento de que un determinado porcentaje de sus egresos habituales de los próximos 30 días están nominados en moneda nacional, debería mantener un porcentaje similar en sus arcas. La especulación financiera, entendida esta como el “descalce” entre la liquidez y los compromisos asumidos, puede generar en el corto plazo la posibilidad ganar dinero, pero, en el largo plazo estudios muestran que el cambio continuo de la composición del portafolio en pos de anticipar los movimientos del tipo de cambio, redundan en ganancias eventuales y pérdidas habituales.
Esta disyuntiva de cómo componer los saldos líquidos en particular y el portafolio en general, es de larga data en Uruguay. En un país con una historia de inflaciones elevadas, en donde la moneda local no es resguardo de valor para los ahorros, los agentes tienen interiorizado, en forma sabia por lo aprendido de los hechos del pasado, atesorar dólares. De hecho, Uruguay es de los pocos países de América Latina en donde el precio de los inmuebles se comercia en dólares americanos. Es un país en donde es difícil asociar cantidades no cotidianas de dinero en moneda nacional, los precios de electrodomésticos o vehículo están nominados en moneda extranjera.
Inclusive, es tan grande el acervo cultural de la economía dolarizada que existe la percepción de que si el tipo de cambio nominal se incrementa se “dejó de ganar dinero” con la suba del tipo de cambio y, en contraposición, cuando el tipo de cambio baja, quienes están posicionados en dólares, no sienten una pérdida de su posición en pesos. La dolarización de la economía tiene efectos adversos sobre el crecimiento económico, el mercado de crédito y la distribución del ingreso, afectando a los sectores más vulnerables, cuyos ingresos están nominados en moneda nacional y desindexados. El Banco Central se encuentra en una agenda de desdolarización, en donde la condición necesaria -pero no suficiente- para que la misma ocurra, es una baja de la inflación, tanto efectiva cómo de las expectativas. Sin prejuicio de ello, es tan importante el acervo cultural respecto a la dolarización, que se deberá estudiar y comprender la dinámica microeconómica de los agentes privados para otorgar los incentivos y mecanismos adecuados para la desdolarización.