miércoles 4 de diciembre, 2024
  • 8 am

De tragedias y farsas

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Por Gustavo Varela
Fue Marx quien dijo, parafraseando a Hegel, aquella máxima de “la historia se repite dos veces, primero como tragedia después como farsa” haciendo de la historia una especie de condena que parece pesar sobre algunas sociedades.
Y es que, así vemos, que los gobernantes que se autodefinen “progresistas” y que intentan crear relatos fantásticos, obviamente de ficción sobre las desastrosas gestiones que van realizando van repitiendo inexorablemente fracaso tras fracaso.
Y digo inexorablemente, pues no hay chances que, haciendo los mismos desastres, se obtengan resultados diferentes.
El amiguismo al servicio del poder los regalos como único sistema de captación de votos, la ausencia total de gestión, no hace otra cosa que repetir los desastrosos resultados económicos de los últimos gobiernos.
Y usted lector me preguntará, ¿Y donde encaja lo de historias que se repiten, las tragedias y las farsas?
El martes pasado, el diario El Observador, en base a declaraciones de un director de UTE anunciaba detalles del resultado de la auditoría en Gas Sayago y se empezaron a conocer los resultados del estudio de lo que había pasado en esa “velita prendida al Socialismo” como lo definió el ex Presidente Mujica.
25 millones en infraestructura que es recordada cuando Zabalza le expresó a Daniel Martínez; “viste aquello” qué bueno, contestó el ex presidenciable frentista, a lo cual el ex guerrillero le dice, “25 millones tirados al agua”.
Hoy hay que gastar 5 millones más, para arrancar los palos del agua.
Me había olvidado decirles que los millones son de ¡dólares!
90 millones de dólares también, entre un gasoducto y el dragado de un canal de acceso.
Se gastaba en “gimnasia laboral” U$S.20.000, 200.000 de los mismos verdes en cenas (si leyó bien). U$S.170.000 gastaron entre cinco funcionarios entre pasajes y cursos de capacitación. El gerente general ganaba U$S.16.000 dólares mensuales, pero además cobraba algunos premios por eficiencia.
Dislates totales del gobierno de Mujica, que no hizo más que mostrar el desprecio que los gobernantes “progresistas”, tenían para con los dineros públicos.
La misma displicencia, la muestran los gobernantes locales.
Colocan amigos pero recortan frecuencias de omnibuses. La ciudad está inmersa en la basura, pero hay recursos para instalarse en la gran prensa capitalina. Tenemos enormes problemas de trabajo, y lo poco que se podría conseguir se lo timbean en acuerdos oscuros.
La primera vez significó una gran tragedia para el Uruguay, la segunda va a ser la gran farsa en Salto.