jueves 25 de abril, 2024
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Lo políticamente correcto

Fulvio Gutiérrez
Por

Fulvio Gutiérrez

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Por el Dr. Fulvio Gutiérrez
El uso de la frase “políticamente correcto”, que se ha ido popularizando en nuestro país en los últimos años, se originó en la segunda mitad del Siglo XX en Estados Unidos, generalmente vinculado a las polémicas políticas entre los denominados conservadores y los progresistas. La frase está referida a evitar el lenguaje o el comportamiento que puede verse como excluyente, marginador o insultante de grupos considerados desfavorecidos o discriminados, especialmente en materia de género. Es decir, se analiza por un lado, la conducta de una persona, pero también la forma de expresarse. En esta oportunidad me voy a referir al significado de dicha frase, en cuanto, a la conducta de una persona en la actividad política.
En esencia, en nuestro país, la reiteración de “lo políticamente correcto” tiene la particularidad que se lo utiliza de una forma peyorativa, esto es, con directa afectación a la moral de quien actúa, habla o escribe sobre temas vinculados al quehacer político. La persona cuida más el brindar una imagen que presume será “aceptada”, y por esa razón, no actúa de acuerdo a su propia convicción, y casi siempre no refleja lo que realmente piensa, sino que predomina la oportunidad o la conveniencia, y por ende las consecuencias que eventualmente le pudiera acarrear su actuación espontánea y sincera. Es algo así como emitir opiniones, valoraciones o juicios que no comprometan al que los emite, porque está ajustándose a normas convencionales o tradicionales, que se ajustan a ciertos tabúes al lenguaje y al comportamiento humano.
En la teoría de lo políticamente correcto, estamos ante una especie de corsé, que uno debe quitar para expresarse con libertad. Por ejemplo, cuando se sancionó la ley de género, que fue votada en el Senado por unanimidad y en la Cámara de Representantes por mayoría, fue muy claro que muchos legisladores la votaron porque consideraron que era “políticamente correcto”, pero no estaban convencidos de que esa era la posición que correspondía. Mucho tuvo que ver la presión de ciertos medios de comunicación, de las redes sociales, y seguramente del público en las barras de ambas cámaras. Digamos que seguramente algunos legisladores votaron afirmativamente porque convenía hacerlo, por lo cual va de suyo que no era una expresión sincera, porque se votaba en base a la presión de las circunstancias del momento. Esto no es nuevo. En nuestra actividad parlamentaria, hay una vieja y manida frase de los legisladores que votan algo, aunque aclaran que no lo comparten, pero lo votan por “disciplina partidaria”. Tal vez ese voto fue reglamentariamente correcto porque se ajustó a las normas del partido, pero no lo fue desde el punto de vista ético y personal de algún legislador. El legislador votó aprisionando sus ideas por ese corsé que le imponía su partido y que en definitiva le quitaba libertad.
En España, actuar en base a “lo políticamente correcto”, es un tema de larga data, de casi diario enfrentamiento entre la denominada izquierda y la denominada derecha, y está considerado como el peor de los vicios, porque su objetivo final lleva a la confusión y el engaño. Un día un legislador dice lo que piensa, lo que siente, da una opinión con referencia a determinada situación y opina como se debe actuar frente a ella; pero al otro día, cuando debe votar, actúa de una forma totalmente contraria, porque hay que quedar bien, o porque conviene, o porque actúa en base a la presión que sufre de quienes en definitiva, deciden la conducta del partido. Esta forma de actuar, cuya reiteración ya es costumbre, lesiona la esencia de la democracia y crea descreimiento entre la gente. Lo más triste es que esa costumbre hace que cada vez más las acciones de muchos políticos está basada en lo “políticamente correcto”. No es la política, es “esa” forma de encarar la política por algunos que no deberían dedicarse a ella. La política no es sentir una satisfacción personal a costa de sacrificar las opciones de tu partido. La política es dimitir, cuando hay necesidad de hacerlo. La política es solucionar y facilitar soluciones a los ciudadanos. Es darle a la gente, herramientas que hagan lo mejor de sus vidas. La política es comunicar. La política es incorporar a nuevas personas y no los de la palmada en la espalda. La política es hacer campaña. La política es ilusionar con ideas novedosas. Eso es política. Lo demás son cargos.