Por el Dr. Gastón Signorelli
Para el Estudio Signorelli&Altamiranda
Los avances tecnológicos no parecen tener fin. Nos queda la duda de si el que seguidamente comentamos pueda ser considerado tal.
Hace un par de años o algo más, se viene manejando la idea de someter determinadas situaciones jurídicas a la decisión de una suerte de robot. El funcionamiento, básicamente, consistiría en sustituir la persona del juez, por una máquina que alimentada por datos técnicos determinaría con precisión cuál es la decisión jurídicamente correcta que se le presenta.
La respuesta de la Justicia no recaería entonces en un ser humanos. Se anotaba como ventaja sustancial que de esta forma se suprimirían subjetivismos, carencias de información y formación de los jueces, desviaciones de cualquier tipo, uniformizándose así –en definitiva- las diferentes decisiones en asuntos de similares características.
Eso que tanto cuesta entender y aceptar, sobre todo al lego.
Y de hecho algunas cuestiones más de tipo reglamentario o administrativo, fueron resueltas de esta forma en EUA.
A esto le siguió la creación de un robot abogado, el que resolvía y daba respuesta con precisión todo tipo de consulta jurídica, indicando incluso los posibles caminos o alternativas procesales, llegando incluso a diseñar algunas líneas estratégicas.
De hecho se avanzó sustancialmente no en el tipo de robot humanoide que se suele imaginar, sino en diferentes softwares que, alimentados con la información correcta, iban dando respuestas técnicas precisas.
Del mismo país vienen noticias ahora de que el primer abogado robot del mundo, que consiste en un sistema de asistencia legal creado con inteligencia artificial, habrá de defender ante un tribunal a un acusado de infringir las normas de tránsito, concretamente por exceso de velocidad.
El sistema es el siguiente. El robot escuchará en un celular en tiempo real los cargos y a través de auriculares le indicará a su representado las repuestas que debe dar.
La empresa que fabricó el robot se obligó a cubrir el monto de la multa en caso de perder el juicio explica que su objetivo final es que su aplicación reemplace por completo a los abogados en algunos casos, ahorrando dinero a los acusados dado que los abogados están cobrando demasiado dinero para copiar y pegar documentos y deben ser reemplazados, entre otros argumentos todos de carácter económico.
Finaliza expresando la empresa que el objetivo de la profesión legal de 200 billones de dólares sea gratuita para los consumidores.
Muchos podrán verse seducidos por una solución de esta naturaleza. En particular quiénes se han enfrentado a situaciones en que la respuesta de la Justicia no les resulta para nada convincente, o quiénes entienden que han gastado demasiado en servicios legales.
En realidad todas las opiniones son valederas y la rica gama de situaciones puede dar lugar a diferentes posiciones.
La nuestra es que no existe garantía alguna de que estos sistemas y mecanismos sean infalibles por la mera sustitución del ser humano, pues en rigor es uno o varios de ellos los que les aportan los datos.
Es más aún, la balanza quedaría en manos de sujetos que no son jueces ni tiene su formación, sino que en forma previa cruzan información que se transforma en un veredicto que resuelve una situación puntual entre personas. Esto nos genera mayores desconfianzas que la posible subjetividad o fallas de un juez de carne y hueso.
Columnistas