jueves 18 de abril, 2024
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Faltan dos días para el asesinato de dos ex presidentes uruguayos

Dr. Pablo Perna
Por

Dr. Pablo Perna

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Por el Dr.
Pablo Perna
El 19 de febrero de 1868, siendo la hora 14 en su casa de Montevideo en la ciudad vieja, un día extremadamente caloroso, se encontraba el tres veces presidente de la República, perteneciente al Partido Colorado, de sobremesa con dos de sus colaboradores, cuando su edecán le informa que el ex presidente uruguayo, pero del Partido Nacional, había pretendido realizar un golpe de estado tomando por asalto la Casa de Gobierno. Ambos protagonistas se trataba de Venancio Flores que había dejado la presidencia hacia 4 días y Bernardo Berro, que había sido el último presidente perteneciente al Partido Nacional.
Flores sale con su carruaje junto a sus colaboradores directo a la Casa de Gobierno, su perro Coquimbo también lo acompañaba; a las pocas cuadras una carretilla se encontraba obstruyendo el camino, el cochero intenta seguir pero tratándose de una trampa para asesinar al ex mandatario, comienza una emboscada. Disparan a la cabeza del chofer quien muere al instante y a uno de los caballos del coche, por lo que accidentándose la carreta, Flores sale de la misma para defenderse; muertos y heridos sus acompañantes, siete sicarios se acercan al ex presidente y lo matan de varias puñaladas. Un sacerdote que casualmente se encontraba en lugar de los episodios, se acerca al cuerpo de Flores y le da la extremaunción, declarara más tarde que el General aún se encontraba con vida y balbuceaba palabras incomprensibles.
Enterados de la noticia las autoridades van a la captura de Berro, que habiendo fracasado su golpe intenta escapar con un lanchón a Buenos Aires, pero el encargado de levantarlo nunca llega al lugar acordado. A las 17 horas es capturado y llevado al Cabildo; allí se encontraba agolpada la multitud que al grito de “asesino” lo intentaron linchar. Dentro del Cabildo le muestran el cadáver de Flores, el cual sorprendido niega su participación intelectual en los hechos; al ser llevado al calabozo en el trayecto es apuñalado en reiteradas oportunidades y antes de caer al piso, uno de los hijos de Flores le pega un tiro en la cabeza.
Se desata de esta manera en Montevideo una ola de asesinatos en venganza, degollándose a los que se sabían que pertenecían al Partido Nacional; el Presidente ordena a los jefes políticos del interior lo siguiente: “Mataron a nuestro querido general Venancio Flores. Reúna a su gente y véngase”; pero el texto fue cambiado por el siguiente: “reúna a su gente y vénguese”, esto genero más asesinatos en el interior.
El cuerpo de Berro fue exhibido en carreta por toda la ciudad hasta el cementerio donde lo tiraron en una fosa común donde se enterraban a los muertos por cólera. El capellán del cementerio que había sido designado por Berro cuando este era presidente, le cuelga un rosario y deja una marca en el lugar donde fue depositado, esto permitió que pasados los años se pudiera rastrear el cuerpo y darle una santa sepultura.
Al cadáver de Flores se lo diseco para exhibirlo en el Cabildo, luego de muchos años salen a la luz archivos secretos de Estado donde se dejaba consignado que en el proceso de disecación el cuerpo se pudrió, por lo que salvaron únicamente la cabeza, enterrando el resto y pegando la cabeza a un hombre de paja vestido con uniforme de gala.
La ex primera dama Mariquita, viuda de Flores, siempre sostuvo que el que había asesinado a su esposo no era Berro, sino su opositor dentro del Partido Colorado. Mariquita muere el 28 de marzo de 1896, que coincide con la fecha de nacimiento de Berro; en su sepelio Carlos Berro, hijo del ex mandatario ahora en el Poder siendo Ministro, asiste al sepelio de incógnita. Enterado un de los hijos de Flores, le escribe una carta afectuosa invitándolo a que concurra al entierro de su madre, el cual acepta.
Según los datos historias aportados por Diego Fischer en “Que poco vale la vida”, el gesto de ambos hijos de los dos ex presidente brutalmente asesinados pusieron comienzo al fin del odio entre ambos partidos. Historias que ante la sensibilidad uruguaya reinante valen la pena revivir.