viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

En modo amor

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

384 opiniones

Por el Padre Martín Ponce De León
Necesario se nos hace modificar, en muchos casos, nuestro modo de pensar.
Necesitamos un cambio urgente en nuestra manera de encarar la vida.
Nadie puede sentirse completamente conforme con su postura vital puesto que siempre nos encontramos con realidades que nos invitan a cambiar.
Si hubiésemos sabido aprovechar todas las oportunidades que la vida nos ha regalado seríamos mucho mejores personas que lo que hoy somos.
En oportunidades hemos permitido pasar por la vida y no que la vida pase por nosotros. De haberlo hecho habríamos aprendido más y tendríamos mucho más sentido común.
Por ello es que siempre estamos necesitados de un cambio.
Para que ese cambio sea verdadero no podemos apelar a la vergüenza ni a la culpa y, mucho menos, al miedo.
Para que un cambio sea verdadero debemos apelar al amor.
El amor nos hace plenos como personas y nos ayuda a asumir, con coraje, posturas auténticas.
El amor es renuncia, aceptación y respeto. El amor es libertad y gozo.
El amor es una postura vital que ayuda a la dignificación de los demás. Porque el amor no nos permite encerrarnos en nosotros mismos.
Durante mucho tiempo se nos invitaba a mirar a Jesús en la cruz para asumir nuestra responsabilidad ya que estaba allí por culpa de nuestros errores. Éramos los culpables de que aún permaneciese en esa situación.
Ya es tiempo de modificar nuestra mirada. No somos “culpables” de algo que Jesús asumió con libertad y consciencia.
Para Jesús la cruz no fue una imposición sino una opción libre y voluntaria.
Si la cruz fuese una imposición perdería el ejercicio de libertad que Jesús realiza al asumirla.
Cuando miremos la cruz debemos saber ver el amor que Él nos tiene puesto que su opción ha sido un inmenso acto de amor.
Su cruz no es otra cosa que una dura manifestación del cuanto nos ama.
Su cruz no es otra cosa que una elocuente manifestación de cómo debemos llegar a amar.
Amar sin guardarnos nada. Amar hasta dar la propia vida.
Diría la Madre Teresa de Calcuta: “Amar hasta que duela”
Mirar la cruz es dejarnos cuestionar por el amor que Jesús nos muestra posee para con cada uno de nosotros.
¿Cómo correspondo a tanto amor?
¿Qué puedo hacer para que mi vida sea una respuesta a ese mucho amor que se nos muestra?
¿Cómo puedo demostrar mi gratitud ante el hecho de saberme tan amado?
Es, entonces, cuando en clave de amor, asumo cambios que me ayuden a estar en una misma sintonía con ese amor que se me demuestra.
Es, sin lugar a dudas, un tiempo de amor compartido en su máxima expresión.
Compartido en todas las direcciones que hacen a nuestra existencia.
Cuando todo se nos llena de amor descubrimos no hay lugar para lo gris, lo oscuro o para los temores. Es un tiempo donde todo se hace luminoso y audaz.
Cuando todo se llena de amor no hay cabida para las culpas sino que todo se colma de gratitud y reconocimiento.
Nuestros cambios no son una “cuesta arriba” sino una opción que asumimos con libertad y madurez.
Si logramos pensar en “modo amor” nuestra vida se hace colmada de pequeñas cosas que nos hacen degustar la felicidad y la realización personal.
Si logramos pensar en “modo amor” nuestras relaciones con los demás serán siempre una mano tendida que nos hace felices.
Si logramos pensar en “modo amor” estaremos propensos a cambiar y, así, ser mejores personas.