jueves 18 de abril, 2024
  • 8 am

¿Y donde están los popes?

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Por Gustavo Varela
El martes 14, el Senado de la República procedió a votar la rebaja impositiva, que el gobierno encabezado por Lacalle Pou había enviado para su tratamiento parlamentario.
A grandes rasgos el proyecto brinda un alivio fiscal que beneficia a unas 327.000 contribuyentes del IRPF, a 179.000 jubilados y 35.150 empresas, y que exonera de todo pago a 63.000 trabajadores y 20.000 retirados de los mencionados tributos, resignando recursos por parte del Estado en U$S.150.000.000.
La primera reacción de la oposición, tras el anuncio que el Presidente realizara en el parlamento, en ocasión de su rendición de cuentas al mismo, de lo ocurrido en el 2022, fue manifestar que no estaban de acuerdo en votar la rebaja de impuestos, pues eso le restaría recursos al erario. Pero cuando el proyecto llegó al legislativo, viró dicho discurso hacia el que dice que “lo votan y acompañan, manifestando que no lo hacen en función de su magnitud, pues para ellos es muy poco, ni tampoco porque resulte de justicia”.
Confieso que me resulta totalmente absurda la argumentación ensayada por la coalición de izquierda, de que no es muy significativa la rebaja de los impuestos, como también lo de la ya gastada “pero la tamatraquera”, de la justicia social.
¿Qué eran lo que creían?
¿Qué era lo que pensaban?
Quien creyera o pensara que la rebaja de impuestos iba a ser descomunal, estaba muy errado del concepto que todo gobernante (que se precie de responsable) tiene que tener.
El concepto que responsablemente tiene que tener un gobernante, es que por cada peso de gasto, el Estado debería de tener su correspondiente ingreso, pues es la única manera de tener equilibrado el presupuesto, que confeccionó al principio de su gobierno.
Obviamente que los Estados pueden endeudarse a límites racionales, pero si como en el pasado, no se tenía límites (regla fiscal) ni se era racional con el gasto (había fiesta electoral permanente), se iba a terminar en el déficit fiscal que terminó el gobierno del FA del 5%, un real disparate.
De otra manera pasa lo que está ocurriendo en nuestra hermana República Argentina, donde existe un gobierno (el clase A para los Frenteamplistas) que gasta más de lo que puede, pero además agravado que para gastar prende la impresora, pues no produce lo suficiente.
El gobierno fue serio en la baja que propuso.
Fue racional con los números del país.
Dio una señal de que es posible bajar impuestos y de que aún podemos hacerlo un poco más, pero para eso hay que trabajar más en los gastos.-
De otra manera, sería caer en un populismo oportunista, que ejemplos varios tenemos nacionales y locales, que con tal de ganar elecciones, no tienen problemas en prender fuego a las praderas.
Los “popes” de la oposición entraron en pánico, cuando se enteraron que el gobierno iba a rebajar impuestos, como hacía años que no se hacía, cundió el pánico en sus filas, y terminaron balbuceando argumentos incoherentes.
Que no me gusta, pero lo voto, terminó siendo el slogan de la oposición en el parlamento.
Argumento irracional, si lo hay.
A eso nos tienen acostumbrados.