viernes 26 de abril, 2024
  • 8 am

Y tú, ¿qué piensas?

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
Hay refrán que dice “el que sabe, sabe y el que no es jefe”
Toda organización suele tener un escalafón donde cada uno cumple con una función, donde hay quienes tienen responsabilidades que responden a un determinado plan y necesariamente siempre hay alguien que tiene que tomar la decisión final acerca de cómo proceder y como seguir, y aquellos que están por debajo de la escala de mando tienen que acoplarse a lo que el jefe indica para lo que no siempre se está de acuerdo, pero tal cual dice otro refrán, “donde manda capitán, no manda marinero”.
Sin embargo, el jefe no necesariamente siempre tiene razón y es habitual que algún subalterno suela tener una mejor idea que la planteará o se la guardará en función de la actitud de su superior.
Dentro de cualquier organización, más allá de la capacidad de mando del jefe, si es que la tiene, los subalternos manejan diferentes habilidades específicas de su tarea donde van adquiriendo un entrenamiento progresivo a través del tiempo y es seguro, que este subalterno, en el área que trabaja tiene una percepción diferente al jefe y suele darse cuenta de cosas que el jefe no percibe, a la vez que, el jefe no puede estar físicamente en todas las partes al mismo tiempo.
En términos generales hay dos formas opuestas de organizar cualquier proyecto, una vertical típica de la organización militar donde el jefe decide, manda y el subalterno obedece, esté de acuerdo o no con la consigna,la otra alternativa, está en el otro extremo,se trata de la organización horizontal, el trabajo en equipo donde cada uno aporta sus ideas basada en la experiencia personal, en el conocimiento y en la circunstancia, ideas que se intercambian, se discuten, se elaboran en forma colectiva y si bien es el jefe el que debe tomar la decisión final, lo hace debidamente enriquecido por cada uno de los aportes sin importar de qué escalafón del que proviene, basta sólo que sea razonable.
Esta última forma de proceder, inevitablemente genera un estímulo en todos los niveles, ganas de seguir adelante, de aprender y de aportar, por el contrario, cuando el jefe aborta toda idea proveniente de un escalafón inferior, genera inevitablemente una frustración y una automatización de la tarea que sólo lleva a desear que llegue la hora de salida porque el ámbito de trabajo deja de ser amigable.
Las ideas no son de nadie, más bien son de todos y a veces parten del lugar menos pensado, independientemente del escalafón que se ubique y el jefe debe tener todas las “antenas” desplegadas, si es que las tiene, para captar todo lo bueno que anda disperso en las cabezas de los subalternos estimulando que cada uno se anime a plantear su aporte y si se percibe que no se anima, no cuesta nada preguntarle a cada uno“Y tú, ¿qué piensas?”
Aunque no parezca, pensar cuesta mucho trabajo, pero da un enorme resultado y sumando ideas se construye un mundo mucho más equilibrado.