Ps. Gisela Caram
No podemos quedar ajenos a la realidad de los acontecimientos de las últimas semanas en nuestra ciudad.
Cuánto dolor por pérdidas inesperadas, de personas que tomaron la decisión de partir. A todos nos afecta de una forma u otra…
Hacer silencio solo para conectar con el sufrimiento interior, de quienes encuentran ésta, como única salida.
Mucho se habla de pedir ayuda, de prevenir, de las redes de contención, los grupos, pero la realidad es que no todo el mundo sabe que existen y es muy difícil a veces, captar las situaciones dramáticas por las que se transita en cada universo interior.
El suicidio no solamente se lleva a cabo, cuando se transita una Depresión Mayor, también puede ocurrir por otras circunstancias. Se puede no estar deprimido y tomar el impulso de hacerlo, como también se puede estar deprimido una vida y no hacerlo…
Es un problema grave en todo el mundo, pero lo que sabemos es de nuestra ciudad.
La adolescencia hoy, muchas veces transita su vida como un “errante virtual”, encerrado en su cuarto, consumiendo todo lo que se “vende”, porque a veces no hay otro plan ni con amigos, ni con la familia, cada uno está en lo suyo. Y a veces, a pesar de estar rodeado, se siente muy solo y no lo puede manejar…
Y así, es como muchas veces, los jóvenes quedan perdidos…
Si bien es tres veces mayor, el pasaje al acto en varones que en mujeres, deberíamos pensar, cuánto silencian los varones en una sociedad donde no es tan bien visto, expresar las emociones…
¿Por qué no se permiten expresar sus emociones?
¿Acaso sentirse mal, denota debilidad?
Cada caso es singular…
Solo he pensado cómo aportar algo de información, que pueda servir a familias, sobre algunos puntos a tener en cuenta a la hora de prevenir desde casa.
Puntos que hacen a la fortaleza interna, con el apoyo de la familia, los amigos, y las redes de contención que tengan (instituciones educativas, clubes, etc.)
¿Cuándo se construye esa fortaleza? en los primeros cinco años de vida.
¿Cuándo se estructura el aparato anímico? Ahí, en esos cinco primeros años.
Eso quiere decir, que el afecto y el cuidado en esos primeros años es fundamental.
Es importante que se sea coherente en los afectos, en los cuidados, en la educación en el “No”, que sirve para dar fortaleza, y también sirve para que más adelante ese “No” incorporado, sirva para el autocuidado y la autoconservación.
Como la mamá o sustituto, desde el comienzo de la vida se va relacionando con su bebé, es parte de lo que hace a esa fortaleza interior que adquiere cada ser humano.
Ese modo de relacionarse se extenderá luego al mundo, y a cómo ese niño se defenderá en situaciones adversas.
Entonces, es importante que el ambiente sea tranquilo, coherente, armonioso.
Si el clima es de tensión, de angustia, de gritos, si bien el niño no puede comprenderlo en sus primeros tiempos de vida, irá reaccionando y defendiéndose de lo hostil que vaya sintiendo esos primeros vínculos que lo rodean.
Esta forma de relacionarse, irá estructurando la personalidad que se verá a futuro.
Si en el mundo de ese niño, predomina la estabilidad, su desarrollo será cohesivo.
Si hay inestabilidad, devendrá en patologías más, o menos severas.
De acuerdo a las situaciones e historia de vida de cada persona, se irán armando mecanismos de defensa fuertes, más sanos, o más primitivos o frágiles.
Claro que cuando un niño transita la infancia, sus mecanismos son primitivos y los usará para defenderse de situaciones de dolor o sufrimiento psíquico. Así si un niño presenta un síntoma, por ejemplo, la enuresis, o cualquier conducta fuera de la esperada para su edad, tenemos que pensar que es una forma que encontró de esquivarse por ese lado antes de enfrentar otras situaciones que le producirían un desorden mayor en su psiquis.
Las salidas a los conflictos pueden ser más esperanzadoras, en tanto se abran las posibilidades de diálogo, en los grupos, con amigos, que sea natural hablar de los problemas de cada uno, porque comentar que se está mal, no es ser “mala onda”, ni “débil”…es elegir estar con buenos amigos que escuchan, que realmente “están”…
Columnistas