miércoles 24 de abril, 2024
  • 8 am

«La aceptación tiene nombre: victoria»

El martes firmó el contrato con la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y ayer dio su primera conferencia de prensa como técnico de la selección uruguaya de fútbol. Con más de 300 periodistas de diferentes países, Marcelo Bielsa fue presentado y habló de fútbol tal como le caracteriza, con la filosofía por delante.
No es el primer argentino en dirigir a la Celeste pero nadie ha concitado tanta atención como él. Su personalidad peculiar fue el llamador y su profuso curriculum el que despierta la ilusión del hincha.
LOS JUGADORES
«Dentro de los que juegan bien para un país hay matices. Hay donde predomina la creación, en otros la contundencia y en otros la recuperación, la parte más aguerrida. Uruguay ofrece versiones satisfactorias en todos los niveles.»
“No he hablado con Suárez y Cavani. Corresponde establecer un diálogo, escuchar y ser escuchado, luego la inevitable tarea de decidir, si es que es necesario, y hacerlo en un sentido y otro. No tengo posición previa establecida (…) Cualquier decisión que involucre a un jugador con antecedente histórico no puede ser tratada sin escucharlos. Soy muy respetuoso de los ídolos…».
«En esta primera etapa elegiré a los que menos conozca. Para terminar de conocer es necesario cercanía del entrenador. Utilizaré estos 9 días de junio para familiarizarme con los que menos he visto».
LA IDIOSINCRASIA
«Argentinos y uruguayos somos iguales pero distintos. En fútbol, siendo nacional o extranjero la aceptación tiene un solo nombre, victoria. El rechazo es legítimo, es sentimiento que consolida la identificación de lo propio, sobre todo en un país que está futbolizado con jugadores y entrenadores prestigiosos».
«Siempre tengo respeto por el procedimiento y lo que construyó Tabárez. Luego, la estructura se tradujo en resultados. Tengo mucho respeto por la forma que ha elegido interpretar la profesión de entrenador. No soy de los mejores entrenadores del mundo. Hay 20 grandes equipos y no los he dirigido ni me llamaron. Siempre trabajo con gente que tiene 20 o 30 años menos que yo y eso evita que uno imponga ideas antiguas y asome a ideas nuevas».