domingo 5 de mayo, 2024
  • 8 am

Juegos de azar

César Suárez
Por

César Suárez

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Por Dr. César Suárez
He escuchado en muchas oportunidades, expresado sobre todo por señoras entradas en años la frase “que lindo número para la quiniela” como si hubiera números más bellos que otros capaces de ganarles a los número feos que según esta expresión quedarían casi sin chance, claro, a la hora de “timbiar” cualquier argumento es válido, también he oído decir, después de un sorteo, analizando el resultado, “qué número más feo” pero como los números no saben de belleza, se le ocurre salir a cualquiera porque así funciona el azar
No sé lo que dicen las estadísticas acerca de cuáles son los números más frecuentes que salen en cualquier sorteo, pienso que a largo plazo las chances se emparejan y si el sistema de cualquier sorteo es seguro y no contiene ninguna trampa, cualquier número contenido en un bolillero puede salir en cualquier momento, pero la realidad es que la banca siempre gana.
Nuestra gente, en términos generales, el que más o el que menos tiene desde un mínimo interés hasta una pasión patológica por los juegos de azar y cuando hay demanda siempre hay oferta, la gente le gusta jugar a cualquier cosa y por consiguiente proliferan incontables juegos de azar que han ido copando los medios de comunicación ofreciendo “atractivos” sistemas que prometen riqueza a quien se arriesgue a elegir algo y pagar por eso.
Comenzando por la clásica quiniela, tradicional, tenía un sorteo por semana y que después se fue haciendo sorteos cada vez más frecuentes, como también la clásica lotería con sus premiso más atractivos al fin y al principio de cada año, pero todo eso quedó muy atrás porque los diferentes sistemas para atraer a los “timberos” se ha multiplicado y hoy se puede jugar on line a cualquier cosa en juegos amparados por la ley y los resultados deportivos están a la cabeza que suelen ser internacionales y acumulan miles de apuestas cada minuto.
La realidad es que en cuestión de apostar, cualquier cosa sirve, yo que pasé mi niñez y adolescencia en la campaña fui testigo de múltiples juegos clandestinos donde la gente arriesgaba sus escasos recursos, caer presos, aunque sea por un rato y el decomiso de todo el dinero que había en juego. De lo que recuerdo, el juego más atractivo era “el monte”, juego estúpido silos hay, había uno que hacía de banca y todos apostaban contra él, un “tallador” que manejaba las cartas, se daban un par de muestras, una para la banca y otra para el apostador, una vez hechas las apuestas el tallador comenzaba a dar vuelta carta por carta del mazo y cuando el número de la carta coincidía con una de las 2, ese ganaba, el ganador estaba obligado a entregar un 10% de comisión al anfitrión y así horas hasta altas horas de la madrugada o hasta que los apostadores se quedaban sin dinero, terminada la jornada, todos habían perdido, las comisiones del 10% de cada apuesta se iba consumiendo el capital de todos, y el anfitrión solía quedarse con casi toda la plata que estaba en juego.
Otro juego conocido es el truco con o sin muestra, puede ser mano a mano, en parejas, truco de 6 o de 8 cuando el tamaño de la mesa lo permitía, los números que acumulaba cada uno se anotaban por porotos.
Finalizaré con un cuentito, en una ocasión, un grupo de gente jugaba al truco por dinero en un lugar clandestino cuando apareció el comisario con su amanuense, había recibido una denuncia y haciendo un trabajo de inteligencia, sorpresivamente y en un descuido, atrapó al que hacía de “campana” y teniendo el terreno libre, entró sorpresivamente al sótano y con autoridad grito en nombre de la ley están todos detenidos y se decomisará todo el dinero en juego, hasta que un jugador, líder de la barra le dijo con voz quejumbrosa, ”comisario, estábamos jugando por porotos” a lo que el comisario contestó, “porotos, y que hacen eso cien mil pesos sobre la mesa”, entonces otro de los atrapados terminó confesando, “jugábamos por 50 bolsas”.