jueves 5 de diciembre, 2024
  • 8 am

De la interpelación y otras yerbas…

Cecilia Eguiluz
Por

Cecilia Eguiluz

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Por Cecilia Eguiluz
Estas últimas semanas en nuestro país, los ciudadanos, y en especial los salteños, vimos varios eventos políticos que nos han dejado, como mínimo, espantados. Algunos que parecen sacados de una serie de televisión, de esas que dicen “basado en hechos reales”, otros más oscuros y deplorables, pero todos han tenido a conocidas figuras políticas en el epicentro. Es por eso que hoy quiero reflexionar con ustedes al respecto, porque seguramente coincidimos en que estamos viendo cosas que no nos gustan.
Algunos protagonistas de estos eventos políticos que estamos presenciando han salido a hacer declaraciones, otros se esconden, otros cambian sus discursos, unos se ofenden y otros se hacen los enojados.
También hemos visto la “clásica”, enojarse con los periodistas o tildarlos de amarillistas o partidarios, que bueno seguramente en algún caso pueda ser así, pero evidentemente no es la mayoría. Ni los periodistas, ni los medios de comunicación, son responsables del accionar de los políticos, del cual solo ellos deben hacerse cargo.
Hay otro elemento que quiero agregar a esta reflexión, y es que al final del día no se salva ningún partido político, ni los que están hoy en el sistema, ni los que vendrán, por más que digan que vienen a cambiar radicalmente las cosas, o a “hacer temblar las raíces de los árboles”. Ningún partido está a salvo de que alguno de sus integrantes actúen en forma corrupta, que tenga conductas inmorales o antiéticas. Sin ir más lejos, hemos visto en estos días que el Partido Nacional tiene en su primera línea a delincuentes sexuales, abusadores de menores de edad, pero no podemos olvidar que algo similar sucedió en Salto en otras filas partidarias.
Es, qué quizá al final del día, deberíamos empezar a pensar que no solo los partidos son importantes, sino también lo son los individuos que los componen y son propuestos para representarnos, algo en lo cual muchas veces los ciudadanos no reparamos cuando ejercemos el sufragio. Difícilmente al momento de votar nos tomamos el trabajo de leer toda la lista, de reconocer a nuestros elegibles y al menos saber quiénes son, o que hacen. El voto es trascendental, porque elegimos quién nos gobernará en los ejecutivos nacionales y departamentales y también quien nos representará en el Parlamento y en la Junta Departamental y es una decisión incambiable por cinco años. Muchas veces solo leemos las primeras líneas, pero luego empiezan los “movimientos” y terminan en los cargos personas que estaban mucho más abajo en esas listas.
Yo creo en la política como única herramienta de transformación positiva de la realidad que nos hemos dado dentro de los sistemas democráticos. Creo en la fortaleza de los partidos políticos y en sus democracias internas, y a la luz de los acontecimientos no estaría de más que se exigiera a los partidos que establezcan sus propios procesos de calidad al momento de armar las listas. Sobre este punto, es interesante un libro escrito ya hace algunos años por dos autores americanos Steven Levitsy y Daniel Ziblatt denominado “Como mueren las democracias” donde justamente fundamentan la vida de la democracia, en fortaleza y rigurosidad, que deben tener los partidos políticos al elegir sus candidatos.
Mucha gente que hoy está viendo estos “escándalos” políticos, seguramente puede pensar “al final son todos iguales”; yo creo esa es la percepción que queda a primera vista, pero hay que exigirle a los partidos políticos que demuestren que no es así, que se esfuercen más. A este respecto creo que el resultado de la interpelación del 3 de octubre sobre CTM Salto grande marcó un mojón interesante porque dijo “lo que está mal, está mal” y todos los partidos políticos votaron a favor de la buena política que es detectar las irregularidades, los errores, los responsables y corregir. El sistema funcionó, dió una buena señal, pero después depende de las acciones de los individuos, las cuales siempre tendrán sus consecuencias personales, sociales y políticas.