viernes 3 de mayo, 2024
  • 8 am

Modo pelea, modo desgaste

Gisela Caram
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Gisela Caram

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Ps. Gisela Caram
A veces las parejas se van acomodando a dinámicas de funcionamiento donde se DISCUTE siempre por los mismos problemas; no se resuelven en una o dos conversaciones, siguen ambos en sus posturas y la situación se vuelve “cotidianamente dolorosa”. El tener una posición diferente o pensar diferente, no es discutible. Lo que va generando en el tiempo tanta rispidez es “querer que el otro piense como yo”, o, en otras palabras, “querer cambiar al otro”. Esto es lo que se siente…y enferma el vínculo. Sentir que el otro cuestiona un pensamiento, el actuar, las conductas, provoca mucha angustia, porque uno percibe su modo de ser, su personalidad, su identidad, amenazada. La reacción es el enojo, la discusión, la pelea… Hay respuestas frecuentes en la vida cotidiana de una pareja, que llevan a plantear las diferencias naturales de todo vínculo.
– acepto lo que el otro dice, sin pensar.
-para no pelear, le digo que “si”, pero por dentro quedo molest@…
-le digo “tenés razón” para cortarla por ahí…
-mantengo mi posición, y no entro en estas discusiones
1- Desde una postura sumisa, y sin pensar mucho, voy creyendo que lo que pienso no está bien, o no es válido, o ni siquiera pienso…
2- Puede qué, en esto, de aceptar lo que el otro dice, no estando de acuerdo, para complacer o dejarlo contento, sea expresado en modo de ironía: “ah si, tenés razón, vos siempre tenés razón” y esto, cuando son dos personas con un carácter fuerte e impulsivo, lleve a un problema eterno “me das la razón como a los locos”
3- Estoy convencid@ de lo que pienso, acepto que el otr@ tiene su forma de pensar y acepto nuestras diferencias, que nada tienen que ver con mis sentimientos.
Estos modos de relacionamiento que se repiten mucho en las parejas, tienen detrás, la historia de cada uno. El modelo de pareja que desearon, las parejas que conocen de afuera e idealizan…; el modelo de pareja de sus padres, si lo tuvieron, cuánto les influye a la hora de relacionarse en su vida adulta con su pareja. El creer que hay que reproducir el modelo que cada uno trae, parte de una “creencia limitante” esto es, quedarse sujeto a ideales, estereotipos, modelos, que no se pueden ajustar a la vida de uno. A veces se siente que “el formato de los padres fue el mejor, y por ahí lo fue. Pero eso puede ser para esa pareja, que no es la misma que la mía… Se puede venir de un modelo de padres ejemplares, pero no es posible replicar este modelo, porque son personas diferentes. Además, las épocas van cambiando, no es posible que en este tiempo las cosas sean iguales. Este “quedar anclado”, pensando que las cosas tienen que ser como YO CREO, porque esa es la mejor forma, puede ser que sea lo que ambos piensen… Esta pulseada por mantener firme lo de cada uno, va llevando, a que se vaya estructurando un vínculo donde se reafirma “lo que es mío es mío, y lo que es tuyo es tuyo”, que encubre la dificultad de acercarse para ir construyendo LO NUESTRO. Es frecuente escuchar hablar de “mi familia” o “mi casa”, refiriéndose a la casa de la familia de origen. Capaz uno puede justificar diciendo que es “la costumbre”, pero también desde otro lugar, debería pensar cuál es el LUGAR que se tiene de UNO MISMO, en el inconsciente. Quizás este acercamiento escrito de hoy, pueda aportar para preguntarse por qué discutimos…
Porque necesito tener la razón?
Porque si tengo la razón, soy más inteligente?
Si tengo la razón, tengo el poder?
Hay una sola razón?
Abro estas preguntas para que cada uno se piense y pueda reflexionar, si aún tiene ganas, porque cuando se pasan años discutiendo, a veces los vínculos se gastan, y ya ni ganas de pensar hay…