Por Gustavo Chiriff
Hoy en día en Uruguay hay dos hechos contrastables que no se pueden negar, la economía uruguaya creció, generó más riqueza y esa riqueza está más concentrada y peor distribuida. Y esta afirmación no la dan solo los números que aparecen en informes oficiales y no oficiales, si no que se comprueba en la realidad del día a día en la calle, donde cada vez se ven más personas en situación de calle y mayor cantidad hurgando en los contenedores y no precisamente para sacar alguna botella de plástico u otro material que sirva para vender, el clásico cirujeo, si no que revuelven los contenedores buscando alimentos, es decir para comer. Y muchas veces, con tristeza, vemos a familias en estas condiciones.
El Uruguay gobernado por la derecha coalicionada, liderada por el herrerismo, es cada vez es más desigual y como en los procesos democráticos, la desigualdad es sinónimo de pérdida de derechos, por lo que podemos afirmar que en estos últimos años nuestro Uruguay, es menos democrático.
El país retrocedió en estos últimos cuatro años, en pobreza y desigualdad, a pesar de que económicamente, “somos estadísticamente” más ricos y se genera mayor volumen de ingresos totales. En definitiva, los resultados muestran que el “derrame” no llega a los sectores más vulnerables y confirma la necesidad de potenciar y fortalecer tanto la matriz de protección social como las políticas públicas de integración, para efectivamente avanzar hacia una sociedad más justa y con mejor distribución de la riqueza.
Si bien el crecimiento de las desigualdades preocupante, más terrible es el aumento de la pobreza, porque a pesar que se bajó los índices respecto a lo que se registró en la pandemia, la desigualdad no ha parado de crecer y no es una mera casualidad estadística, sino que son producto de la política económica que lleva a cabo el gobierno de coalición. Y en este sentido, la pobreza se concentra con mayor intensidad entre los menores de edad y que se agravó en los últimos años. En ese rango la pobreza del 2019 al 2023 creció en un 3 % y eso son niños que se acuestan sin comer, que se van a dormir mirando las estrellas por no tener un techo decente, que se levantan con los piecitos en el barro por vivir en un asentamiento, es la cara humana de la pobreza infantil, la del niño que su único plato de comida del día viene del comedor municipal o de una olla popular. Esta situación muestra detrás la otra cara, la de miles de mujeres jefas de hogar que cayeron en la pobreza en estos últimos años, rozando la indigencia, sin respuestas del gobierno nacional.
En síntesis, el país retrocedió en pobreza y desigualdad en este periodo de gobierno de Lacalle Pou, a pesar de que la economía creció en términos absolutos. Y esto es producto del modelo económico de este gobierno, que gobierna para unos pocos, que son los que concentran la riqueza, sumiendo a miles de uruguayos y uruguayas en la pobreza y haciendo más desigual nuestro querido Uruguay.
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