Armando Guglielmone Instructor canino –
educador etólogo Venta de ovejeros
alemanes de pedigrí Contacto y /o sugerencias : 098 539 682
Los lobos son el origen de los perros, son el perro primigenio. Cuando se hace mención a ellos se los tiende a asociar con lo peligroso, con seres que vagan en la noche esperando que aparezca alguna víctima incauta, sea un animal o un humano. Pero la realidad es que los lobos son animales extraordinarios, con un gran espíritu de cohesión y sacrificio, haciendo todo lo posible por preservar la integridad de la jauría, actuando de manera compasiva entre ellos como no siempre se ve actuar a los humanos. A mediados del siglo veinte, en la España rural, sucedió un caso que aparte de único deja en evidencia que a veces los humanos carecemos de lo que, en este caso, los lobos, por defecto, nuestros perros, tienen. En 1946 nacía Marcos Rodríguez, quien con siete años apenas, luego de haber sufrido castigos crueles por su madrasta fue vendido por su padre a un terrateniente de Sierra Morena, para que trabajase con un cabrero y le sirviese luego de relevo. Cuando fallece el cabrero Marcos queda solo en la naturaleza viviendo en una cueva que compartían, sin nada más que los conocimientos aprendidos a su corta edad y su gran resiliencia para poder sobrevivir. En una oportunidad vio unos lobeznos jugando en la entrada de una cueva y se puso a jugar con ellos, haciéndolo a diario, teniendo siempre cuidado de que no estuvieran los lobos adultos. Un día, estando ahí, se durmió apiñado con ellos, aprovechando el calor grupal. Cuando llegó la loba con carne para sus crías lo encontró y luego de olfatearlo no le hizo nada, tengamos en cuenta que tenía olor a sus cachorros y no usaba casi ropa, más que unas pieles. Luego de darle un trozo de carne y este comerlo, le limpió la cara manchada con sangre cual si fuera uno de ellos y ahí paso a formar parte de esta jauría. Durante esta etapa de su vida Marcos aprendió el lenguaje de los animales y los usaba para comunicarse con ellos y así no sentirse solo, abandonando de a poco el lenguaje humano. Pero siempre se sintió lobo, acompañándolos en sus correrías en las sierras, manteniéndose alejado de los humanos. En 1965 fue encontrado por la Guardia Civil y fue llevado atado y amordazado, ya que mordía como un lobo. Su padre, que aún vivía, al reconocerlo solo le reprochó haber perdido el abrigo que le había dado, con la policía nunca presentando cargos contra él. Luego, unas monjas y un sacerdote le tuvieron que enseñar el uso del habla, como caminar erguido, comer con cubiertos y todo lo que ya no sabía hacer como humano. Aún hoy, Marcos prefiere vivir en el campo con los animales, siente un rechazo por la vida en la ciudad, considerando que la vida entre humanos es peor que la vida entre animales. Actualmente es apadrinado por una familia holandesa, dedicándose a dar charlas en las que narra sus extraordinarias vivencias. En 2010 se rodó una película sobre su vida titulada “Entre lobos” que relata su increíble vida. Fuera de lo peculiar de la vida de este niño que vivió entre lobos y aprendió a comportarse como uno, bien podríamos reflexionar en el comportamiento adoptado por estos animales y tomar apunte. Luego de comprobar que no tenía olor a humano y no era una amenaza para sus hijos, la loba lo cobijó, alimento, protegió y enseñó. Cuando vemos en las noticias las crueldades que cometen las personas, abandonando bebés en la basura, matando su propia sangre sin tener siquiera remordimiento, tendríamos que ponernos a pensar quienes son las verdaderas bestias, y así, capaz imitando a lobos nos comportemos más humanos.
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