Es una interrogante objetiva. Hay que contar las chances que Uruguay genera para Darwin Núñez y cuántos goles ha convertido. Mucho se ha hablado en los últimos meses de la cantidad de partidos consecutivos que marca para el equipo celeste, su récord, y es importante, pero el equipo le genera innumerables siempre.
Ayer perdió tres solo en el primer tiempo, dos en situaciones muy claras. Las jugadas generalmente terminan en «caricias», o el «apenas» de los relatores. Pero no entran. Es un gran delantero, muchas veces se genera las posibilidades él mismo, por su potencia, por su velocidad, pero le sigue faltando serenidad para ser un jugador decisivo.
Quizás la vara esté muy alta, porque hemos tenido durante una década en el más alto nivel a Luis Suárez y a Edinson Cavani, que además tenían que pelear en la inferioridad de planteamientos tácticos amarretes. Puede ser. Ojalá enderece la mira.
Ayer hubo otros jugadores que rindieron menos aún, como Federico Valverde, de bajo torneo en general, Maximiliano Araújo no repitió actuaciones anteriores y fue generalmente controlado, por un marcador primero y por otro en el segundo tiempo. Tampoco fue el mejor partido de Facundo Pellistri y entonces por los costados nos costó mucho y lo mejor pasó por el avance central, donde Nicolás De la Cruz jugó aceptable partido y Rodrigo Bentancur estaba siendo el mejor hasta que se lesionó y cambió negativamente el trámite.
Además del jugador de Tottenham, Sebastián Cáceres, Sergio Rochet y Mathías Olivera cumplieron, Josema hizo lo que pudo siendo más lento y Manuel Ugarte realizó un despliegue enorme en toda la cancha. De los que entraron, Suárez pareció poder desnivelar, fue protagonismo pero se terminó diluyendo, y el resto no conformó como ante Brasil.