Por Cecilia Eguiluz
Falta solo un mes para las elecciones nacionales, pero ni lo parece. Muchos ciudadanos siguen apáticos hacia la política; algunos ni siquiera saben cuándo son las elecciones, mientras que otros no tienen claro qué es lo que se elige.
Por otro lado, los actores políticos, en su propio microclima, actúan como si estuvieran jugando la final del campeonato este próximo domingo. Da la impresión de que, con el tiempo, las campañas políticas se han vuelto cada vez más alejadas de la gente, ya sea por el desinterés del votante o por la confusión que los mismos políticos generan.
Cualquiera que sea la razón, algo no está bien.
Quizá, después de tanto insistir en que la política es «mala», como si tuviera vida propia, han terminado por alejar aún más al ciudadano. Tal vez las mentiras que a veces se escuchan durante las campañas han cansado tanto a la gente que ya no hay confianza, y por eso se oye con frecuencia que «todos los políticos son iguales».
Debemos tener cuidado. Cuando nos alejamos del análisis político y dejamos de participar, terminamos dándole más poder a los mismos de siempre. La política no es ni buena ni mala en sí misma; es una herramienta para transformar la realidad de manera pacífica. Fue creada para solucionar conflictos y administrar la sociedad. Todos los que vivimos en ella somos parte de este proceso.
En la política se administra poder, y es posible que haya quienes estén interesados en que los demás no participen activamente, garantizando así un mayor control para unos pocos. El próximo 27 de octubre se decidirán los próximos cinco años de nuestras vidas, y más que elegir entre partidos, estamos eligiendo entre personas.
Es importante analizar quiénes son los más preparados, quiénes están más comprometidos. Si repetimos las mismas acciones una y otra vez, obtendremos los mismos resultados. En lo personal, no estoy conforme con la situación actual de nuestro departamento ni con la falta de influencia política que han tenido los que ocuparon cargos en este periodo.
Es momento no solo de cambiar las cosas, sino también de cambiar a algunas personas. Es hora de alzar la voz de quienes estamos cansados de tanta mediocridad política. Hay que exigir claridad, porque en octubre se elige Presidente y Vicepresidente, pero también se elige un parlamento. Ahí deben estar personas con capacidad, conocimiento, determinación y compromiso.
En estos 30 días debemos involucrarnos, porque después será tarde. Hay que ver más allá del humo y analizar las propuestas reales, así como a las personas de carne y hueso que las ejecutarán. De lo contrario, nos esperan cinco largos años de arrepentimiento.
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