La ansiedad es una respuesta natural del ser humano ante situaciones que percibimos como amenazantes, pero cuando esta se convierte en un estado prolongado y descontrolado, puede transformarse en un trastorno que afecta gravemente la calidad de vida de las personas. Según estimaciones globales, el 4% de la población padece un trastorno de ansiedad en este momento, y ese número aumenta si consideramos aquellos que presentan algunos síntomas sin llegar al diagnóstico formal. A nivel local se ha constatado un incremento de las consultas por cuadros de ansiedad, especialmente en personas jóvenes lo que ha llamado la atención de los profesionales en salud mental.
EPISODIOS MUY FRECUENTES
La ansiedad, en su forma adaptativa, es una herramienta que nos permite estar alertas y preparados ante posibles amenazas. Sin embargo, cuando se desborda, se convierte en un problema. La ansiedad comienza a ser un motivo de preocupación cuando aparece sin motivo aparente, generando síntomas físicos como taquicardia, dificultad para respirar y tensión muscular. Estos síntomas suelen ser alarmantes, y cuando se prolongan en el tiempo, interfieren en la vida cotidiana. Además de los síntomas físicos, la ansiedad puede atrapar a las personas en un círculo vicioso, donde el miedo a tener un ataque de ansiedad lleva a evitar situaciones sociales o cotidianas.
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