viernes 13 de diciembre, 2024
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Mientras, el tiempo pasa

Armando Guglielmone
Por

Armando Guglielmone

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Los perros de Armando

 

Por Armando Guglielmone

Instructor canino – educador etólogo

Venta de ovejeros alemanes de pedigrí

Contacto y/o sugerencias: 098 539 682

Muchas veces, hacemos una actividad o planeamos un proyecto y pensamos al empezar, que nos falta tanto tiempo por delante, tanto por recorrer, ya sea estudiando, trabajando, o ambas cosas, que cuando queremos darnos cuenta el tiempo ha pasado y no lo hemos percibido. Por supuesto, para que esto ocurra lo que sea que estemos haciendo debe gustarnos o al menos hacérsenos fácil de realizar. Es que muchas veces, aunque preferiríamos no hacer algo, al resultarnos fácil de hacer no parece que el tiempo transcurrido sea mucho, o si nos gusta hacerlo, con más razón. Hace un par de días, cavilando, me di cuenta que esta semana se cumplen 30 años de haber empezado a adiestrar perros, que sinceramente, me tomó de sorpresa. Es que, como decía, cuando haces algo que te gusta o te resulta fácil de hacer, no cuentas los días a medida que estos pasan, y he tenido la bendición de tener ambas cosas, me ha gustado y me ha resultado fácil de realizar esta tarea. Un diciembre de 1994, habiendo cumplido tres meses Eva, mi cachorra de dobermann, recuerdo haber ido con ella al bosquecito frente al barrio San Martín, al lado de una curtiembre que había, munido de una pelota de tenis y toda la emoción previa por ver si podía realizar con ella lo que había estado elaborando en mi mente. El tiempo que tenía era el disponible entre después del almuerzo, hasta poco antes de regresar a mi trabajo formal. Es que en ese momento era un hobby, una actividad que me llamaba muchísimo la atención, y aún apasionándome hacerla no sabía aún que la seguiría haciendo de manera profesional por las tres décadas siguientes. Me parece hasta gracioso recordar que me decían donde trabajaba: “deja de perder el tiempo con eso, no te va a dar de vivir”. Es que no solo me dio de vivir, me ayudó a disfrutar de vivir, establecer lazos con los perros, aprender a conocerlos y saber cómo comunicarme con ellos me ayudo a ser mejor persona, o al menos, intentarlo a diario. No en vano la gente me dice que tengo suerte de trabajar con perros y no personas, recordando la frase: “Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro”. Es que incluso el hecho de trabajar con ellos me ha permitido conocer personas que valen la pena, que actúan igual que lo haría un perro, con nobleza y fidelidad. De las otras personas también, pero en ese caso, las han dejado al descubierto. He podido conocer gracias a haber empezado con esto, ya hace tanto, a personas de otros países que me han enriquecido intelectualmente, me ha permitido obtener la amistad de personas que me enseñaron sobre cría de perros, y personas que han tenido la consideración de darme la oportunidad como la de escribir esta columna, a quienes les agradezco de todo corazón. Y así han pasado estos 30 años, sabiendo que pasaban, pero sin percibirlos, de empezar al principio contando perros adiestrados por unidad, a decenas, luego centenas y al pasar los mil dejé de contar, y eso fue hace mucho, más de otros mil ya. Agradezco a todos los propietarios que me dieron la oportunidad de conocer a sus perros, a quienes acuden a mí por ayuda o consejo, y espero poder, Dios mediante, que es quien me da la capacidad para hacer esto, seguir disfrutando muchos años más de esta actividad que, con altos y bajos, me ha hecho feliz. Gracias.