Por Armando Guglielmone
Instructor canino – educador etólogo
Venta de ovejeros alemanes de pedigrí
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De un tiempo considerable a esta parte ya, me pasa que muchas personas me preguntan si se de algún cachorro de determinada raza, o de determinada característica, pues quisieran tener uno y no consiguen. Y generalmente les respondo lo mismo, no hay, o si hay, tal vez sea en otra ciudad. A ver, no es que las perras no entren más en sus períodos de celo o algo parecido, el asunto es más rebuscado, pero para definirlo en una frase sería: La gente ha perdido interés en los perros. Es que lamentablemente, la tecnología ha sido tan intrusiva y absorbente que incluso en los perros, o en las ganas de tener uno ha hecho mella. Hace unos años, varios ya, era frecuente ver anuncios ofreciendo cachorros en veterinarias, diarios e incluso en alguna tienda que nada tenía que ver con el tema perros, pero su dueño había puesto un cartelito en el cual ofrecía sus cachorros. Existía en ese entonces, aunque no fuera justificado muchas veces, un orgullo de la persona que los tenía a la venta casi parecido al que uno tiene, o debería tener, por un hijo. Los “criadores amateurs” frecuentemente tenían alguna camada o sabían cuándo podrían tenerla, así que uno seguramente tenía acceso a un determinado perro. Pero ahora eso ha cambiado, aunque parezca comentario de retrógrado, les aseguro que no es. La tecnología me gusta, me parece fascinante y muy aprovechable, pero lamentablemente nos saca solapadamente una oportunidad de disfrutar de algo tan bello y natural como lo es un perro. Recuerdo de niño alegrarme con la llegada de los sábados pues mi madre iba a la peluquería de una amiga, que quedaba en su casa, e ir con ella para poder jugar con un cachorro de dobermann que le habían regalado. Abrazar ese perrito, correr con él, era una de las cosas que más disfrutaba, cuando me avisaban que debíamos irnos parecía que el tiempo no había pasado, así me despedía de Taka, tal era su nombre, esperando volver la próxima semana. Y así era casi la regla general, uno iba a caminar con el perro, de vacaciones con él, y si no podía llevarlo, extrañándolo montones. Ahora la gente sale a caminar con el celular, y algunos, por vaya a saber qué razón, llevan un perro. A los niños, o no tan niños, no se les ilusiona prometiéndole un cachorro como compañero de crianza, se les promete sí, ese celular que tanto querían. Y me parece que sería deslindarse responsabilidad cargarle las cuentas al niño, han sido sus padres quienes han puesto un teléfono en sus manos, he visto, en reuniones familiares, darle a niños pequeños estos chismes tecnológicos para que se “entretengan”, así ves un grupo de primitos todos tirados en un sofá compartiendo presencia, mientras la vida pasa imperturbable. Por eso, considero que ya casi no se consiguen perros debido a que han sido sustituidos por una oferta más compatible con el mundo actual. Las personas no lo piensan mucho al gastarse un fangote de dinero en adquirir el último Smartphone, igual en mil cuotas, debe ser que creen que eso transmite sensación de bienestar económico, tal vez. Pero la sensación de transmitir bienestar humano que lograrían con un perro, eso, seguro que no viene en la cajita.
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