martes 18 de marzo, 2025
  • 8 am

Decadencia

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Avisos judiaciales

Por el Padre Martín Ponce de León.
Una de las características de aquel añejo árbol era la importancia de su sombra. Siempre, a lo largo de todo el año, cualquiera podía llegarse hasta él y descubrir su frondosidad y, por lo tanto, la disponibilidad de su sombra.
Hace un tiempo comenzó a dejar cayesen algunas de sus hojas y no llamó mucho la atención, sino que, mucho más, llamaba la atención que la reposición de las mismas fuesen desde algunos pequeños brotes que surgían por entre sus ramas. Eran más las que se perdían que las que se reponían. Ello era llamativo de atención.
Con el paso del tiempo continuaban cayendo hojas y la reposición se hacía insuficiente y más escasa. Últimamente, me animo a decir, la reposición es, prácticamente, nula.
Ya se pueden ver grandes espacios de sus ramas desprovistos de hojas. Ahora, bajo su tronco, se pueden ver charcos de sol y ello era imposible suponer hace un tiempo atrás.
Ahora, día a día, se pueden ver los avances en la caída de sus hojas. Su deterioro es notorio. Día a día, las ramas se ven más y más desprovistas de hojas y, tal vez, sean otros los árboles que ofrezcan más sombra que la que él brinda.
Lo que era su principal contribución va perdiendo sentido y razón. Ello hace que uno mire con profunda preocupación su presencia. Sin lugar a dudas va perdiendo su característica más importante.
Todos los intentos por revertir su situación se han vuelto infructuosos. Remedios, curaciones, riegos y fertilizantes, no logran detener la incesante pérdida de sus hojas que, día a día, tapizan su derredor.
La pérdida de sus hojas, que en un primer momento llamaba la atención, se ha transformado en una realidad irreversible que no anuncia un mañana prometedor.
En un primer momento, parecía, eran pequeños detalles que manifestaban que iba perdiendo su capacidad de brindar sombra. Hoy a nadie llama la atención el descubrir que en su copa son más las ramas desnudas que las capaces de brindar algo de sombra.
Antes, su sombra, era un espacio que propiciaba reuniones o encuentros en la misma. Hoy su sombra es un algo que le hace encontrarse en soledad y aislamiento. Poco a poco su presencia va perdiendo razón de ser puesto que va perdiendo aquello que más brindaba. Hoy ya nadie va en busca de su sombra puesto que, es sabido, la misma no está junto a él.
Quienes, movidos por la costumbre, se ubican buscando su sombra, se alejan con una sensación de asombro y compasión puesto que, con dolor, descubren la misma ya no existe.
Algunos opinan que ya ha llegado a su límite y hay que descartarlo del lugar que hoy ocupa. Otros dicen que su sola presencia es un trozo de historia y, aunque haya perdido el sentido de su presencia, aún hay que conservarlo en su mítico lugar. No faltan quienes sostienen que hay que derribarlo puesto que su única utilidad es la buena leña para los tiempos que vendrán. Lo cierto, lo real, que no es sencillo decidir sobre su futuro. Sucede que son muchos años brindando su sombra y su presencia es parte del lugar y no es sencillo, para nadie, tomar una determinación definitiva.
Mientras tanto, a sus pies ya no se encuentran únicamente hojas que no tienen repuesto, sino que, también, han comenzado a caer pequeños tallos que, anteriormente, sostenían a las hojas ya perdidas. Ya no brinda sombra y nadie se refugia junto a él esperando la frescura de aquello que tanto le caracterizaba.
Su decadencia es notoria, pero… es un trozo de historia en aquel lugar y ello lo colma de respeto.