lunes 24 de febrero, 2025
  • 8 am

Lo que implica adiestrar a un perro

Armando Guglielmone
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Armando Guglielmone

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Una de las cosas que más molestan a las personas cuando requieren un servicio de algo, sea sanitario, mecánico, de electricidad o lo que se le ocurra, es que hagan un trabajo mediocre. Qué si dejó mal pintada esa pared, que no frena como quiero, etc, todas cosas que cuando contratamos un servicio pretendemos que sea bien brindado. Es verdad que a veces la gente asume esto como un mal menor debido a que en contra partida, nos cobran barato, pero, la mayoría de las veces no. La queja generalmente es, “con lo que cobran encima”, porque es lógico, a veces no importa pagar algo un poco más si lo brindado es de primera.
Con las cosas es igual, se prefiere pagar más por una marca buena que por una ordinaria porque apostamos a la calidad del producto, entonces tiene sentido pagar más. Pero, hay una cosa que increíblemente muchas personas no lo valoran así, y es el adiestramiento de un perro. Acá sí, muchas veces, no siempre, prima conformarse con lo mínimo, lo mediocre es la regla. Es que lamentablemente, en nuestro medio, o región incluso, al haber un desconocimiento sobre lo que puede lograrse con un perro mediante su aprendizaje, se tiene la tendencia a pedir lo mínimo, que no tire de la correa, que se quede quieto y así. Y la responsabilidad de esto realmente la mayoría de las veces no es del propietario, si no de quienes dicen adiestrar perros. Es que muchas veces los que pretenden enseñar a los perros lo hacen como un ingreso extra, no es su fuente de sustento principal, lo consideran lo que en lunfardo se dice, “una boga”. Así ofrecen un servicio que para el dueño del perro es barato y como tienen poca idea de lo que es un perro bien adiestrado lo toman. El asunto es que realmente lo que le ofrecen es algo mediocre, que, lamentablemente, es lo que aceptan los propietarios, a diferencia del resto de servicios que mencionaba al principio.
Recuerdo hace ya un tiempo, un veterano amigo veterinario me explicaba un fenómeno que se producía en Salto. Una veterinaria, en ese momento la más grande, cobraba las vacunas mucho menos de lo que valían en el resto del Uruguay, condicionando así al resto a que casi perdieran dinero al darlas, ya que estas otras eran incluso de mejor calidad y la gente iba a dar las vacunas baratas, de menor calidad. Esto funcionó así hasta que la gente empezó a elegir la seguridad de las vacunas más caras pero buenas, por razones de resultados garantidos, cosa que no ofrecían las otras. Así debería ser la exigencia que demandaran los dueños, resultados buenos, no mediocres. Si un perro está bien adiestrado no debería ser necesario el uso de la correa para que haga caso, no es un caballo, un perro tiene la capacidad de hacer caso a órdenes verbales sin ser necesarias la mayoría de las veces las órdenes físicas. Cuando decida hacer adiestrar a su perro sea más exigente con el trabajo, no acepte la mediocridad como norma, de esa manera podrá disfrutar mucho más de su compañía y después esa excelencia será su manera de disfrutar lo invertido en su amigo perro.