miércoles 2 de abril, 2025
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Propuesta de conversión

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Alvaro Lima

Por el Padre Martín Ponce De León
La Iglesia nos invita a vivir este tiempo de, cuarenta días antes de la Pascua, como un tiempo de conversión. Recordando que conversión no dice de otra cosa que de un cambio. Se nos invita a vivir un tiempo de cambio en nuestra realidad personal.
Es, sin lugar a dudas, un tiempo donde, en primer lugar, debemos tener bien en claro el objetivo de nuestro cambio. Como cristianos nuestro objetivo no puede ser otro que el mismo Dios. Un Dios al que llegamos por Jesús. Por ello es que podemos decir que el móvil de nuestra conversión no puede no ser otro que el mismo Jesús.
Para poder llegar a Jesús debemos introducirnos en los relatos evangélicos puesto que es allí donde encontramos la mejor manera de poder conocer y descubrir la propuesta y el estilo de vida de Jesús. Jesús no es un algo que podemos construir desde nuestra imaginación o devoción, sino que es un alguien que transitó nuestra historia, es un ser humano real y, por lo tanto, debemos descubrirlo.
Descubrir a Jesús es llegar hasta él dejando de lado todos los conceptos que puedo tener sobre las instituciones que dicen proclamarlo o sobre los rituales que, desde ellas, se nos presentan. Es acercarnos a una persona, con honestidad y rectitud de intención, e intentar descubrir lo que nos plantea.
Lo de Jesús resulta tan elocuente y sencillo que, únicamente, alcanza con adentrarnos en los relatos evangélicos con el corazón dispuesto a escuchar. No estamos invitados a saber sino a vivir conforme su propuesta.
Esto nos lleva a adentrarnos en los relatos evangélicos no para preguntarnos, únicamente, “¿Qué dice el texto?” sino para preguntarnos “¿Qué me dice el texto?” Dichos relatos no son otra cosa que motivadores de la fe y, así, descubrirnos inmersos en un prolongado himno al amor.
Nuestra conversión solamente puede y debe responder a una invitación a dejarnos impregnar por el amor que supo vivir Jesús. Amor a su Padre al que le fue fiel hasta las últimas consecuencias y amor a la humanidad a la que supo dignificar.
Todo lo de Jesús dice de amor y, por lo tanto, nuestra relación con Él, no puede estar desprovista de amor.
Cuando nos dejamos envolver por el descubrimiento del amor que Jesús nos propone es que experimentamos la necesidad de convertirnos, de cambiar nuestro estilo de vida y nuestra forma de relacionarnos con los demás.
Lo de Jesús es una invitación, demasiado elocuente como para dejarnos indiferentes, a asumir para nuestra vida, su propuesta de amor
Cuando amamos, de verdad, todo lo nuestro, gira en torno al ser amado. Le dejamos formar parte de nuestra vida, buscamos agradarle, intentamos hacerle los gustos, le permitimos actuar en nosotros. Hoy deberíamos decir que “el amor de Jesús nos puede”.
Seguir e intentar vivir conforme Jesús no es una cuestión de renuncias, sino que, debe ser, una experiencia de amor que hacemos vida y, por ello, con el color de la felicidad colmando nuestro ser.
Intentar vivir conforme la experiencia del amor de Jesús hacia nosotros, es sabernos libres y, por lo tanto, creciendo en nuestra madurez y plenitud personal. Jesús no nos limita ni condiciona, sino que, desde su amor, nos llenamos de audacia y coraje que nos impulsa a testimoniar el amor que experimentamos.
La propuesta de conversión que se nos realiza no puede ser otra que la de Jesús y, por ello, adentrarnos a una realidad de amor que impulse y motive todos nuestros actos y nos impulse a intentar hacer nuestro su estilo de vida.
No nos convertimos por temor o vergüenza sino movidos por ese amor por corresponder.