Por Armando Guglielmone
Ya he escrito varias veces sobre que los perros muerden, muerden porque forma parte de su conducta, muerden jugando, investigando y también defendiéndose. De algunos podemos, aprovechándonos de su temperamento, lograr que muerdan agrediendo, sea en defensa nuestra, de nuestros bienes o incluso en la caza. Cuando un perro muerde a una persona, sin aparente motivo, la culpa es nuestra, de seguro.
Los perros, debido a malas experiencias o mala crianza pueden llegar a mordernos, pero siempre dan señales, si un perro se siente amenazado puede gruñir, mirarnos fijamente e incluso intentar alejarse antes de hacerlo. Y no es necesario estar provocándolo, basta con que insistamos en acariciarlo, abrazarlo o cualquier cosa que el perro pueda considerar una amenaza para que pueda manifestar esa conducta.
Y acá aparece el estigma de las razas, considerando a unas potencialmente peligrosas y a otras no. Si el perro se ve grande, fuerte y amenazante se tiende a considerarlo en este grupo, aunque no haya antecedentes próximos de agresión, como, por poner un ejemplo, el dobermann. Pero, lamentablemente la apariencia física no nos sirve de regla para medir cuan peligrosa puede ser la mordida de un perro, o cuan probable es que este nos muerda. Un perro pequeño que muerde el rostro de un niño es algo grave, pero ese perro no se considera potencialmente peligroso.
Estando de vacaciones me llamó poderosamente la atención lo popular que se han vuelto los border collies, estaban en todos lados, a diferencia de antes que se veían labradores o Golden en las playas. Pasando una pareja junto a nosotros vieron mi perra, una border collie, y quisieron acercarse para acariciarla, pero esta les comenzó a gruñir a modo de advertencia, se sorprendieron pues nunca habían visto un perro de esa raza comportarse así, incluso ellos tenían uno.
No les dije que esta perra tenía una función particular, me limité a decir que era medio bicho nomás y todo quedó en risas. Si hubiese sido un pitbull, por poner un claro ejemplo, no sé si se habrían acercado, pero si a mi perra, sin pensar que la conducta no la determina el aspecto. Deberían acostumbrarse las personas a preguntar primero, si se puede, y acariciar después.
Ya he comentado de ataques de razas que no se consideran peligrosas, como los de ovejeros belgas malinois, y ahora lamentablemente se produjo la muerte en España de un niño de 11 meses, mordido por el perro de la familia, un mastín español. Para el que no sabe este perro es medio parecido de aspecto a un San Bernardo, se utiliza mucho como guardián o protector de rebaños, y no está incluido, por supuesto, en la famosa lista de razas potencialmente peligrosas.
Es que acá el error fue, una vez más, humano. No podemos dejar a un niño pequeño solo con un perro, sin importar tamaño, el perro puede sentirse agredido o amenazado por diferentes motivos y las consecuencias, como en este caso, ser irreparables.
Empecemos a ser precavidos y no pensar que el aspecto define el comportamiento de un perro, pues después al que sacrifican es al perro, deberíamos pensar que todos los perros pueden ser no potencialmente peligrosos, sino más bien, potencialmente mordedores. Así sería más fácil evitar acontecimientos lamentables.