Dr. Gonzalo Deleón Lagurara.
En hospitales, residencias, escuelas o incluso en casa, muchas veces las personas reciben ayuda que no tiene en cuenta quiénes son realmente. Se sigue un protocolo, se aplican reglas, se hace lo que está “indicado” … pero se olvida algo muy importante: la persona.
La atención centrada en la persona (ACP) es un enfoque que cambia esa forma de actuar. En lugar de ver a alguien como “un paciente”, “un abuelo” o “una persona con discapacidad”, la ACP ve a una persona completa, con historia, emociones, preferencias, necesidades únicas y sueños.
La ACP es un enfoque fundamental en los servicios de salud, sociales y educativos que pone en el centro de toda intervención a la persona y no a su enfermedad, diagnóstico o condición. Este paradigma representa un cambio radical frente a los modelos tradicionales, que tienden a ser jerárquicos, protocolizados y centrados en el profesional.
¿QUÉ ES LA ATENCIÓN CENTRADA EN LA PERSONA?
Se trata de poner a la persona en el centro de todo lo que se hace. Es escucharla de verdad, preguntarle qué quiere, cómo se siente, qué necesita, y acompañarla desde el respeto y la cercanía.
No se trata solo de tratar una enfermedad o cumplir con una tarea. Se trata de conectar, entender, y adaptar la ayuda a lo que esa persona realmente desea o valora.
La ACP reconoce la singularidad de cada individuo, sus valores, preferencias, historia de vida, cultura, emociones y autonomía. No se trata solo de brindar cuidados “humanos” o “amables”, sino de construir relaciones de respeto mutuo, corresponsabilidad y participación activa en las decisiones que afectan a la persona.
No se impone una solución “correcta” desde fuera; se construye desde dentro, dialogando con la persona, validando su voz, su experiencia y su visión del mundo.
PRINCIPIOS CLAVE DE LA ACP
1. Respeto a la dignidad, valores y preferencias: La persona no es un “paciente” o “usuario” pasivo, sino alguien con derechos, deseos y una historia que debe ser considerada.
2. Autonomía y empoderamiento: Las decisiones se toman con la persona, no por ella. Se promueve su capacidad de elección, incluso en contextos de dependencia o deterioro cognitivo.
3. Relación personal y compromiso emocional: Los vínculos humanos cobran protagonismo: escuchar activamente, compartir decisiones, cuidar desde la empatía.
4. Individualización del cuidado: Se adaptan los apoyos a cada situación personal. No se ajusta la persona al sistema, sino el sistema a la persona.
5. Participación de familiares y redes de apoyo: Se reconoce el valor del entorno cercano como parte activa en el proceso de atención.
APLICACIONES EN DIFERENTES CONTEXTOS
• En salud: En cuidados paliativos, geriatría o salud mental, la ACP mejora la adherencia terapéutica, la satisfacción del paciente y reduce intervenciones innecesarias.
• En la educación: Se adapta el proceso de aprendizaje a las necesidades, intereses y ritmos del estudiante.
• En servicios sociales: Favorece la inclusión, la autodeterminación y la calidad de vida, especialmente en personas mayores o con discapacidad.
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