martes 1 de julio, 2025
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Uso responsable para evitar resistencia bacteriana – Antibióticos: cuando curan y cuando dañan

Colegio Médico del Uruguay
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Colegio Médico del Uruguay

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Dr. Matías Rocha
Consejero Regional Norte CMU.
Con la llegada del frío, comienza aumentar el número de atención en las policlínicas como en los servicios de urgencia. Las enfermedades respiratorias aumentan su presencia y, junto con ellas, también se incrementa un fenómeno peligroso: la automedicación con antibióticos. Muchas personas, frente a síntomas como dolor de garganta, mocos o fiebre, deciden tomar por cuenta propia “algo que les funcionó antes” o “lo mismo que tomó un conocido”. Pero lo que muchas veces no saben o no dimensionan del todo es que ese mal uso puede no solo no curar, sino empeorar su salud y poner en riesgo a toda la comunidad.
Los antibióticos han sido uno de los grandes descubrimientos médicos del siglo XX. Gracias a ellos, infecciones que antes podían ser mortales pasaron a ser tratables en pocos días. Sin embargo, su uso indiscriminado está generando un problema serio y silencioso: la resistencia bacteriana.
¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?
Cada vez que se usan antibióticos de forma inadecuada, por ejemplo, cuando se los toma sin que haya una infección bacteriana, cuando se abandona el tratamiento antes de tiempo o se usan dosis incorrectas, se da lugar a que algunas bacterias sobrevivan. Estas bacterias, se hacen más resistentes, pueden multiplicarse y propagarse, haciendo que las infecciones futuras sean mucho más difíciles de tratar, incluso con antibióticos potentes. A este fenómeno lo llamamos resistencia bacteriana.
No todo lo que parece es una infección, uno de los errores más comunes es pensar que toda fiebre o dolor de garganta se soluciona con antibióticos. Sin embargo, la mayoría de las enfermedades respiratorias que aparecen en invierno, son los “resfriados”, la gripe o la faringitis, son causadas por virus. Y los antibióticos no matan virus.
Tomarlos en estos casos no solo no ayuda, sino que puede provocar efectos adversos innecesarios: diarreas, reacciones alérgicas, alteraciones en la flora intestinal y, lo más preocupante, el desarrollo de resistencia bacteriana.
La automedicación, se volvió una costumbre peligrosa en nuestra sociedad.
Es frecuente escuchar que se guardan antibióticos “por si acaso”, se los pasan a un familiar o los compran sin receta. Esta práctica, además de ilegal, es riesgosa. Cada persona tiene una historia clínica diferente, y no todas las infecciones se tratan igual. Solo un profesional médico puede determinar si se necesita un antibiótico, cuál es el más adecuado y por cuánto tiempo debe administrarse.
También es habitual dejar el tratamiento apenas uno “se siente mejor”. Pero los síntomas mejoran antes de que la infección haya sido completamente eliminada. Interrumpir el tratamiento puede permitir que las bacterias más resistentes sobrevivan y causen una recaída o contagien a otras personas.
Cómo podemos prevenir el mal uso de los antibióticos
1-Consultar siempre al médico. Ante cualquier cuadro infeccioso, lo primero es acudir a un profesional. Él sabrá si se trata de una infección bacteriana o viral y, en base a eso, indicará o no un antibiótico.
2-No usar antibióticos sin receta. Aunque uno haya tenido síntomas similares antes, cada episodio puede requerir una conducta diferente. Lo que fue útil ayer puede ser perjudicial hoy.
3-Cumplir el tratamiento completo. Aunque los síntomas mejoren, es clave seguir tomando el antibiótico por los días indicados.
En esta época del año, cuando el frío se hace sentir y los cuadros respiratorios se multiplican, recordemos que no todos los caminos llevan al antibiótico. Consultar, informarse y seguir las indicaciones médicas es la mejor forma de cuidarse y cuidar a los demás.