Cualidades
Por Padre Martín
Ponce de León.
En el artículo anterior manifestaba la necesidad de aceptarnos sin comparaciones.
Una de las razones por lo que esto es imposible es la toma de conciencia de la realidad personal de cada uno.
Esto implica asumir nuestra realidad personal. Asumir nuestras virtudes y nuestros límites. Es esa conjunción de realidades la que nos hace ser cada uno.
Ni mejor que nadie ni peor que alguien. Simplemente “yo” y lo que ello implica.
Asumir nuestra realidad es asumir nuestras cualidades.
Sí, todos tenemos algunas cualidades que nos hacen útiles y necesarios.
Aquí no importa cuantificar cuánto poseo de determinada cualidad puesto que ello estaría implicando la comparación con otros que poseen la misma cualidad que uno puede descubrir en sí.
Conozco una persona que posee la capacidad de hacer que todos los sueños tengan los pies sobre la tierra. Cuando se le transmite algún sueño lo escucha con atención e inmediatamente brinda algún comentario (siempre escuchado) que llena de realismo y sentido común lo transmitido.
Muchos sueños se han modificado y logrado gracias a sus comentarios y otros muchos se han dejado de lado debido a su opinión.
¿Es la que mejor lo realiza? No lo sabría responder. Lo cierto es que esa persona es, muchas veces, consultada debido a ese hacer tener los pies sobre la tierra a lo que se proyecta.
¿Puede negar esa cualidad? Sin duda que no, ya que es una cualidad que posee para ser útil a los demás.
Si le digo a esa persona de la cualidad que posee estallaría en una de esas carcajadas brillantes que suele acompañar a alguna de sus ocurrencias. Pero jamás niega es un referente de consulta para realidades muy diversas.
Cada uno de nosotros debemos asumir nuestras cualidades. Nadie puede decir que no posee alguna o varias.
Reconocer nuestras cualidades nos permite descubrir esos senderos por los que Dios nos pide seamos útiles para los demás.
Jamás nos va a pedir algo que no podemos realizar o que sobrepase nuestras capacidades.
Dios nos conoce y nos pide conforme nuestras posibilidades. Jamás abusa de nuestras posibilidades.
Si nuestra capacidad es “treinta” no nos habrá de pedir “cincuenta”. Pero, tampoco, nos pide “quince”. Dios siempre nos habrá de pedir, de lo que somos, lo mejor de nosotros por lo tanto nos solicitará que ese “treinta” lo brindemos con amor y alegría puesto que es todo lo que está a nuestro alcance.
Muchas veces necesitamos de alguna motivación externa para asumir cualidades que no sabíamos estaban en nosotros.
No tenemos temer asumir poseer alguna cualidad. Hacer tal cosa no es un acto de orgullo sino ese realismo que nos hace útiles.
Humilde no es el que niega las cualidades que posee sino aquel que las asume como don de Dios y como tal cosa las vive.
El que niega las cualidades que Dios le ha regalado no es un humilde sino un cómodo puesto que aceptar los dones de Dios en la vida de cada uno implica un servir con gratuidad desde eso que Dios le regaló.
Las cualidades no son para la vanagloria personal sino para un mejor y mayor servicio de la construcción del Reino de Dios.
Quien no reconoce ninguna cualidad en su vida no sabe mirarse o es un ingrato para con Dios que a todos nos regala alguna cualidad para construir una realidad mejor.
No podemos compararnos con los demás pero tampoco, podemos dejar de reconocer las cualidades que están en nosotros.