Padre Martín Ponce De León
Todo es, siempre, volver a empezar.
Podemos, mil veces, celebrar Navidad y siempre estaremos necesitados de comenzar.
Comenzar es construir desde cero.
Siempre estamos necesitados de comenzar a construir nuestro Belén.
Ya quisiéramos construir un pesebre con papel de roca y figuras de yeso. Ello sería muy simple y rápido.
Ya quisiéramos construir un pesebre basándonos en recetas ya repetidas. Ello sería muy cómodo.
Navidad es, siempre, una realidad nueva.
Tan nueva que constantemente la estamos construyendo.
Para ello siempre debemos estar innovando, aceptando e incorporando la novedad.
Jesús siempre busca nacer en nuestro renovado Belén.
Es hoy con su novedad.
Es para hoy con su novedad.
No nos debemos a limitar a un recuerdo.
Debemos construir basándonos en el hoy y sabiendo que habrá de nacer para hoy.
Miramos el ayer para aprender y no apartarnos.
Un ayer cargado de enseñanzas.
Un ayer pleno de lecciones.
Lo nuestro no debe construirse sobre lo bonito sino sobre lo que Él dispone.
Lo nuestro no será lo que nos guste o resulte vistoso sino lo que Él entienda debe estar.
Habrán realidades que no sabremos ubicarlas muy bien.
Habrán realidades que nos gustarían no estuviesen.
Habrán instancias que nos gustarían no debiésemos ponerlas.
Pero nosotros nos debemos limitar a construir el Belén con lo que Él nos va haciendo saber que desea que estén.
Nos gustaría poner una planta florecida pero Él nos acerca una rama seca.
Nos agradaría poner la simulación de una piedra pero Él pone al alcance de nuestras manos piedras reales.
Situaciones que realmente pesan en nuestra vida.
No desea le construyamos un Belén de la utopía o la ilusión.
Quiere un Belén de nuestra historia personal.
Un Belén donde confluyan nuestras realidades personales y comunitarias.
Un Belén donde los contrastes vayan de la mano.
Donde los grises disimulen los colores fuertes y nítidos.
Donde los colores brillen con luz propia.
Pero, sin duda, no es el de ayer ni para ayer.
Navidad es una fiesta de hoy y para el hoy.
Debemos exigir nuestra creatividad.
Es ubicarnos ante un sin número de realidades que debemos saber compaginar para construir nuestro Belén.
Tampoco puede ser un Belén para una fecha concreta.
Es un Belén para cada uno de nuestros días.
Todos los días debe ser Navidad.
Pondremos rostros, voces, ausencias, distancias, silencios, búsquedas, encuentros y desencuentros.
Nuestro Belén siempre debe hacer estallar lo convencional.
Debe ser una constante innovación.
Cuando intentamos repetir, esquematizar o estructurar estamos dejando de lado aquello que es lo esencial del Belén.
Quizás muchos no lleguen a entender el Belén que construimos pero ello no debe de importarnos.
Debe ser un Belén donde nos sintamos plenamente identificados.
Debe ser “nuestro” Belén para Él.
No nace en abstracto sino en nosotros.
No nace en el ayer sino en nuestro hoy.
Por ello debemos comenzar a construir desde la novedad y con lo nuevo.
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