viernes 22 de noviembre, 2024
  • 8 am

Estudiar la historia de Salto

Leonardo Vinci
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Leonardo Vinci

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Sol

Por Leonardo Vinci
A nuestros jóvenes les enseñan acerca de reyes y emperadores de tierras lejanas, pero poco y nada saben del empuje de Saturnino Ribes o Pascual Harriague, de la sensibilidad de Apolón de Mirbeck o las iniciativas del Gral. Córdoba, de la imaginación de Don Armando Barbieri o la generosidad de Catalina Harriague de Castaños y María Irene Olarreaga
Difícilmente sepan que en la ciudad funcionaron los astilleros más grandes de América, o que se construyó la primera locomotora del continente, y de la enorme importancia que tuvieron los viñedos – cuna del tannat – para nuestra economía en el siglo 19.
Seguramente no conocen las gestas populares como la marcha a Montevideo por Salto Grande a impulsos de Andrade Ambrosoni, o el desarrollo de las termas de Arapey y Daymán.
En el liceo les explican a nuestros jóvenes la historia nacional o universal, pero no los invitan a leer a Enrique Amorim, Garet Más o Marosa Di Giorgio; no les muestran las obras de los Arquitectos Rodríguez Musmano, Rodríguez Fosalba, Pancho Lucas o José María Ambrosoni, o los cuadros de Milans Martínez.
Nunca deben haber sentido hablar de los Cantores de Viana, del eximio guitarrista Narciso Espinosa, de Aquilino Pío, de Jaures Lamarque Pons o Víctor Lima.
La muchachada ignora el enorme esfuerzo realizado por los pioneros de la citricultura, tales como Gautron, Solari, Caputto, etc.
Cuán importante sería que valorasen los lauros deportivos logrados por Federico Moreira, «Chumbo» Arrestia, Sofildo Piñeiro y Abel Martínez García, entre otros.
La lista de personalidades, obras y hechos de relevancia a mencionar, sería muy larga.
¿Por qué no se les enseña a conocer y a querer lo nuestro?
Además de leer la reciente recopilación de Escritores Salteños del Profesor Garet y otros libros existentes sobre la materia, hay muchas formas de aprender sobre nuestra historia, ya sea examinando las colecciones de la prensa escrita, archivos parroquiales, actas de la Junta Departamental y otros documentos municipales, o visitando museos y monumentos.
Podría ser muy enriquecedor interiorizarse en el contenido del Nomenclator y conocer acerca de la pintura, la arquitectura y la discografía de músicos locales.
Los relatos propios de la ciudad y la tradición oral permitirían que los estudiantes se reconocieran a sí mismos, sintiéndose verdaderos miembros de la comunidad.
Aunque en primaria está prevista la ilustración sobre la historia local, Claudia Monroy nos dice que en secundaria podemos encontrar un desconocimiento por el entorno, por la construcción de identidad, por lo nuestro, lo inmediato, lo que nos rodea.
A esto se suma la desmotivación de los estudiantes por no encontrar en los temas de estudio un reconocimiento a sus intereses al no verse identificados, ni reconocidos dentro de su contexto académico. Pasan seis años de su vida en los cuales no se dedican ni unas pocas horas para pensar, estudiar y reflexionar sobre su municipio, su barrio, su vereda, su localidad; estos aspectos tan importantes pasan desapercibidos ante los grandes contenidos de los programas actuales.
Tal como lo enseña la universidad UNAD de Colombia, la generación de un nuevo tipo de conocimiento producido por los mismos estudiantes en compañía de docentes y familiares – como principales actores de la tarea investigativa -fortalecerá la memoria y el sentido de la identidad.
Estamos convencidos que la enseñanza de la Historia local en secundaria es un buen camino a seguir para mejorar la formación de nuestros adolescentes y construir ciudadanía.