sábado 23 de noviembre, 2024
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¿Será posible?

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Por el Padre Martín Ponce De León
Yo quisiera poder entenderle y hacer tal cosa, vez a vez, me resulta un verdadero imposible.
Sin duda que lo intento pero nunca llego a los esbozos de un entendimiento.
Todas las mañanas le llevo agua caliente para que pueda tomar unos mates.
Siempre tiene un motivo para quejarse ante el hecho de recibir el agua caliente que le acerco.
“¿No sabes que todavía tengo agua de ayer de tarde?” (Obvio que es imposible que yo pueda saberlo)
“Me traes agua ahora que estoy por ir al baño”
“Ahora estoy lavando una camina y vos me traes agua”
Así podría citar algunas de esas quejas que debo escuchar todas las mañanas cuando llego con un poco de agua para su mate.
Muchas veces me he dicho de no llevarle más agua pero siempre me digo que no puedo hacer tal cosa puesto que lo dejaría sin unos mates por más que, en varias oportunidades, le he visto mezclar el agua fría del día anterior con la recién hervida que le llevo.
Hay días en los que se le da por esconderse.
“¿Cómo supiste que estaba aquí?”
“No quiero que me vean para que no salgan a decir que yo estoy aquí” (Hace más de cinco años que vive en la parroquia y todos los que participan de la “Mesa compartida” lo saben pues se encargan de guardarle comida)
Debajo de un montón de ropa que posee en su cuarto saca una camisa “¿Esta camisa es mía? La marca es importante y yo no tenía idea de tener una de esta marca porque es carísima” Le explico que esa camisa vino en una donación y él la tomó y, por lo tanto, es suya. “Pero esta marca es buenísima y yo no tenía de esta marca. ¿Alguien me la dejó o la puedo usar? Ya te dije que es tuya y, si quieres, puedes usarla. “¿Por qué nadie me dijo tenía una camisa de esta marca?”
Todos los días le llevo comida puesto que no come con los demás (“Para que nadie diga que yo me quedo por la comida”) y siempre debo escucharle una serie de protestas por llevarle comida.
“Yo no te pedí nada. ¿Por qué me traes comida?”
“Ya me trajiste comida hoy al medio día. ¿Qué hago con eso ahora?”
“Llevala porque todavía tengo de la de hoy de mañana”
Nunca hago nada que sea un acierto.
Es obvio que nunca logro hacer algo que sea conforme lo que necesita o espera.
En oportunidades le llevo tabaco y hojillas y, también, se queja por más que sepa ello es de su agrado.
Sé que no logro aceptar en lo que intento hacer por él pero no hay forma de que pueda entenderle y me convenzo que jamás lograré hacerlo.
Tal vez porque su mente se mueva en unos parámetros que me resultan imposibles de ubicar.
Tal vez porque es su forma de ubicarse en un lugar que le hace saber no está recibiendo ayudas elementales para su vida.
Tal vez porque es su forma de hacerme nunca estar satisfecho con lo que hago y siempre deba empeñarme un algo más.
Tal vez para que ejercite la paciencia (cosa que tengo en dosis pequeña) y me retire sin levantar la voz o respondiéndole de mala manera.
Mientras tanto continuaré acercándole esas pequeñas cosas que están a nuestro alcance y son elementales ayudas para su supervivencia.
Mientras tanto continuaré preguntándome si alguna vez llegaré a entenderle por más que siempre me diga que tal cosa es, casi, un imposible.