Ps. Gisela Caram
La pregunta de por qué hay niños que tienden a ser obedientes y otros no, tiene varias respuestas.
La mayoría de los niños, va respondiendo en relación a cómo se va estructurando su aparato psíquico de acuerdo a la relación con sus padres y el ambiente que lo rodea.
Como cada familia es diferente, y cada niño tiene una historia desde antes de nacer, esto se irá entretejiendo dentro de sí mismo y en relación a cómo vayan los padres imprimiendo consciente e inconscientemente el lugar que le van dando desde que saben que está en el útero.
Si bien ningún niño tiene un registro en su consciencia de lo que vivió sus primeros años de vida, hay percepciones afectivas primarias, que no pueden ingresar a la conciencia como recuerdos vividos, pero sí quedaron impresas en el aparato anímico del sujeto.
Estas, se manifiestan con sensaciones corporales, auditivas, visuales y, a través de estas representaciones se va fundamentando el aparato psíquico.
Estas experiencias tempranas, que vienen del vínculo afectivo con la madre, padre y figuras de apego, van quedando registradas.
Así también el ambiente en el que va creciendo. Padres o cuidadores que se comunican y le van poniendo palabras a sus actos, mientras el bebé solo observa, pero comparte desde una sillita o un coche, y quizás usted se dirá “esto para qué, si no entiende…” pero está ahí, y es otra persona.
El lenguaje del ambiente donde vive el niño, va estructurando su subjetividad. Ese ir hablándole, es lo que le irá dando la posibilidad de reproducir sonidos guturales, así, a los tres meses aparecen los gorjeos, a los seis los balbuceos, hasta llegar a las primeras palabras sobre el año.
Esto no hará que usted tenga hijos obedientes, pero sí ayudará a la construcción de su aparato psíquico.
Se pasará por muchas etapas y muchos momentos donde los niños ya con 4 o 5 años, buscarán tensar el clima de sus padres y ver hasta dónde llegan, tirar la piola para ver cómo se les dice No, incorporar los límites y pautas de crianza de sus padres.
A veces, la rebeldía, o la ira que denotan desde tan chiquitos, tiene que ver con el querer además de saber hasta dónde pueden llegar, mostrarle a sus padres que no son niños perfectos, hijos ideales.
Y la ira, es un puente nada fácil, que el niño encontró para despegarse de padres que no ejercen su función parental e imponen su poder omnipotente, situación que desacomoda al niño.
También opera esa ira en niños, como forma de separarse de ese ideal que sienten que los padres tienen de ellos.
Esto se ve más claramente en la adolescencia. Y a veces, lo que en un niño lo veíamos como agresividad, en la adolescencia se ve como violencia.
Surge la violencia cuando es como imposible separarse satisfactoriamente de los padres, para poder ser ellos mismos.
Adolescentes que se pasan encerrados en sus dormitorios, que nada les satisface, que no se les ve contentos a menos que estén con sus amigos o preparándose para salir de noche; adolescentes que se encierran y solo están conectados a sus celulares, y cuando salen de sus cuevas, y se sientan a la mesa por obligación, siguen mirando el teléfono, como si no les importara el resto del mundo; otros que solo pasan jugando en red…en fin, la búsqueda de escapes a diferentes situaciones.
Pero todos son escapes actuales, en épocas donde no existía la virtualidad, existían otros problemas, quizás más entendibles de los que están surgiendo ahora, donde hay que sentarse a pensar cómo se hace…
Preguntarse, ¿qué habré hecho mal como padre para que pase esto?
Y se supone que uno hizo lo mejor que pudo, y si uno se equivocó, no lo hizo con mala intención.
Desde los padres, si no sostienen la demanda y dicen “SI” de entrada, habrá otro pedido al otro día. . .
Promover la espera, la construcción del deseo, que busquen, caigan, se levanten, se frustren y eso los fortalecerá… y no está demás decir, que es una etapa de la vida de los hijos de crisis evolutiva y de los padres de mucho estrés.
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