Por el Padre Martín Ponce De León
Aquella puerta me permitió encontrarme con un mundo que llenó mi ser de sueños y fantasías.
Aquella puerta me permitió ingresar a un mundo que me resultaba completamente desconocido pero, también, desafiante.
Mediante esa puerta pude llegar hasta situaciones que, únicamente, podía acceder mediante ella.
En más de una oportunidad me ilusioné con que aquel mundo nuevo que encontraba me cuestionaba y me invitaba a ser parte del mismo.
Me veía formando parte de ese paisaje que, únicamente, llegaba hasta mí traspasando los umbrales de aquella puerta.
Era una puerta que solamente se puede traspasar con disponibilidad y buena voluntad.
Siempre que encontraba esa puerta abierta me asomaba por ella y soñaba con incorporar a mi mundo ese mundo que desde allí podía vislumbrar.
Era un mundo que me fascinaba.
Era un mundo que observaba con ojos grandes para no perder detalles.
Era un mundo que me colmaba con sus dificultades y sus posibilidades.
Miraba aquel mundo y soñaba con poder aprender de él.
Un día me hicieron saber que aquello con lo que soñaba y veía como posibilidad no era otra cosa que una ilusión y como tal debía asumirla.
Sentí como que muchas cosas se destrozaron en mi interior pero tenía la completa certeza de que había sido yo el constructor de aquella ilusión.
La puerta continuaba abierta y debía utilizarla de otra manera.
Debía asomarme a ella para poder dar una mano conservándome a distancia.
Debía asomarme a ella y continuar soñando.
Debía asomarme a ella y permanecer escuchando aquellos cuentos de seres que ya eran parte de mi vida y no podía ni pretendía evitarlo.
Por la puerta me llegaban voces y paisajes.
Por la puerta me llegaban situaciones que no me dejaban indiferente.
Aquella puerta era una realidad demasiado importante para mi vida.
Gracias a ella experimentaba que mi mundo se volvía pleno de ganas y de compromisos por asumir.
Hasta que, un día, aquella puerta se cerró con un fuerte estruendo.
Quedé encerrado dentro de mi mundo y allí no podía disfrutar de la hamaca de la luna.
Quedé encerrado dentro de mi mundo y allí los sueños ya estaban soñados.
Quedé encerrado dentro de mi mundo y las voces y las historias se hacían reiteradas y ya escuchadas.
Aquel portazo hizo estremecerse muchas de mis realidades con su sonido fuerte y contundente.
Aquel portazo hizo que muchas de mis realidades rodasen al desacomodarse de sus lugares.
Sin duda debo de haber sido yo el responsable de haber hecho que aquella puerta se cerrase.
Sin duda debo de haber sido yo el responsable de no haber previsto aquella corriente de aire hiciese que se golpease con tanta fuerza.
He intentado abrirla nuevamente pero descubrí que el picaporte que me permitiría hacerlo se encuentra del otro lado.
Necesito hacerlo para no quedarme sin aquellos chorros de luz que tanto me ilusionaban y me hacían disfrutar.
Necesito hacerlo para volver a contemplar aquellos paisajes que con tanto deleite contemplaba.
Sé que la puerta se cerró y no está en mí el poder volver a abrirla y, mientras tanto, me limito a ilusionarme con volver a soñar.
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