Por Pablo Perna
“Pareciera que lo que ella quiera es quedar bien con sus amigas de Carrasco…, ¡lo importante no es quedar bien en el Lawn Tennis Carrasco!, lo importante es que el gobierno tenga debida diligencia y que actúe de acuerdo a derecho”, estas fueron palabras vertidas por el Senador del Partido Nacional Sebastián Da Silva, que es representativo de los tantos descalificativos de políticos que integran el Gobierno de la Colación que vertieron contra Carolina Ache, ex subsecretaria del Ministerio de Relaciones Exteriores. Estas manifestaciones surgen luego de la entrevista que le realizaran esta semana en “Desayunos Informales”, donde reconoce públicamente que tanto el Ministro de Relaciones Exteriores (Francisco Bustillo), como el Ministro del Interior (Luis Alberto Heber) -al momento de ser interpelados por el Senado por los pasaportes del narcotraficante Sebastián Marset- faltaron a la verdad.
Como si fuera poco también salió al cruce el Senador Adrián Peña, sosteniendo: “Ella mintió, omitió alguna información y, por lo tanto, actuó con cierta negligencia”. Peña eleva la vara de la ética, cuando el ex y actual Presidente de la República, Julio María Sanguinetti y Luis Lacalle Pou ya le habían dado a Ache el respaldo político de manera pública. Insólitamente Peña también por haber mentido por un título que no tenía, debe de renunciar unos meses más tarde a su cargo de Ministro ¿Y ahora opina sobre quién miente?, ¿Con qué autoridad moral?
El único que ha salido fuertemente a defenderla, ha sido Pedro Bordaberry que escribió primero en su cuenta de Twitter: «Qué cama le hicieron a Carolina Ache. Un mes y medio antes de que le comentaran sobre Marset, muchos en Cancillería sabían sobre él (incluyendo el ministro que un año después en el Senado afirmó que nadie sabía)». No siendo suficiente su twiter, escribe al domingo siguiente en su columna en diario El País: “A pocos parece importarles que el Canciller sabía que Marset era narcotraficante. Tampoco que mintió en la interpelación en el Senado cuando dijo que no sólo él sino que nadie en Cancillería lo sabía”.
Luego critica a la interna del Partido Colorado, sosteniendo: “El asunto es llamativo en el caso de los compañeros de partido de la ex subsecretaria. Se llenaron la boca diciendo que habían elevado la vara ética de la política y por ese motivo no estaban de acuerdo con ella… Levantaron tanto esa vara que el canciller pasó por debajo y no dicen nada. Calladitos miran para otro lado. Duros con la de abajo, tibios con el de arriba”. Prosigue: “sometieron a Ache al escarnio público” y que “la sustituyeron en tiempo récord”. “Con el cuerpo aún caliente se abalanzaron sobre el cargo. No sea cosa que alguien les ganara de mano. A los 15 minutos anunciaron su sustituto… Lo que sí la velocidad revela que la decisión ya había sido tomada y estaban dispuestos a nombrarlo aun antes de que renunciara (o no) la titular”.
¿Se ha pretende quitarle importancia a la gravedad de sus declaraciones por ser mujer, colorada, sin respaldo político de su sector y representar una persona refinada de Carrasco? En honor a la justicia, no queríamos dejar pasar por alto estos hechos anecdóticos sobre las ingratitudes que muchas veces se viven en la política, donde nadie está a salvo, por más alto cargo político en que uno se encuentre.
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