Por el Padre Martín Ponce de León.
Poco a poco fui experimentando que aquella realidad se iba metiendo en mí ser por todos mis poros.
Con el paso del tiempo pasé a sentir que todo lo que hacía referencia a ella iba formando parte de mi vida.
Mi tiempo y mis empeños todos eran para intentar hacerla más útil y más al servicio.
Sin lugar a dudas cometí muchos errores y tomé decisiones equivocadas. Nunca puse en duda que esto era parte de mi tarea.
Si esperase que todo hubiese sido perfecto en mi actuar debería asumir que perdí mi condición de persona y por ello siempre asumí y acepté las diversas críticas u observaciones que se me podían formular.
Pero, también, debo reconocer que siempre que se me solicitó una mano nunca la negué salvo cuando entendía que la mano solicitada respondía a un abuso.
Amé aquella realidad y durante mucho tiempo le brindé todo lo de mí.
Cuando me enteré de la certeza de mi traslado entendí que todo debía continuar con total normalidad Fue un error y lo reconozco.
Pensé que conservando las actividades con normalidad hasta fin de año podría dejar todo en condiciones durante enero.
Con el paso de los días me di cuenta ello era un imposible y acepté algunas manos me ayudasen con lo más complejo.
Llegó el día en que debía, porque así me lo había propuesto, entregar aquella realidad.
Era muy consciente quedaba, no mucho, muchísimo por ordenar, pero…
Cerré una etapa y me retiré
Diría que lo que deseaba estaba a mitad de camino en lo que entregaba, pero no me dio el tiempo para mucho más y así lo dejé.
Disculpe se he causado inconvenientes.
Disculpen si he causado problemas.
No fue mi intención ni mi deseo puesto que solamente me hubiese gustado dejar el inmenso amor que he tenido y tengo, por aquella realidad.
Tampoco era de mi interés dejar testimonios de la realidad en la que viví puesto que a nadie podría interesarle intentar comprender mi conducta.
No me retiré con la comodidad de haber dejado todo como debía haberlo dejado, pero…
les puedo asegurar que lo intenté con la misma intensidad con que puse para todo lo que hice por ella.
Reconozco me fue imposible, pero… lo intenté gastando muchas horas en ello.
Hasta último momento pensé algunas situaciones habrían de continuar, pero, allí también, me equivoqué ya que se dispuso otra cosa.
Ha pasado un tiempo de haber partido y nada de lo hecho me remuerde la conciencia. Tengo la tranquilidad de haber puesto lo más de mí en lo que debí hacer y, en diversas oportunidades he dado una mano en diversas actividades. Nunca me quejé de tal cosa, sino que, sentía, era mi forma de agradecer lo que se me había brindado.
Quizás, también en ello he actuado con equivocación, pero, sin duda, brindé lo mejor de mí en todo lo hecho pero, lo sé, he causado algunos inconvenientes y, por ello, disculpen.
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