Por Carlos Arredondo.
Finalmente este año no fue aprobado el Tratado Internacional de Pandemias (TP), que tan preocupado tenía a quienes entendemos que eso no es otra cosa que la entrega de la soberanía de los países a manos de la OMS. Una organización que ha sido secuestrada por grandes capitales, los mismos que financian el 86% de su presupuesto. Me refiero a la fundación Bill y Melinda Gates, una de sus subsidiarias, la fundación GAVI (Global Alliance for Vaccines and Immunisation o Alianza Global para Vacunas e inmunización) y grupos farmacéuticos pertenecientes a las mayores empresas de fondos de inversión del mundo: Vanguard y Black Rock.
Entre el 27 de mayo y el 1 de junio de este año se desarrolló en Ginebra, Suiza, la 77° Asamblea Mundial de la Salud (AMS) y fue allí que la mayoría de los países que se negaron a votar la redacción del proyecto tal como estaba, debido a un claro ataque a la soberanía de los países. Así lo hizo saber el Gobierno de Paraguay quien al momento de la votación – votó negativamente – hizo fuerte hincapié en que “es importante recordar el principio de soberanía de los países y su facultad para tomar decisiones autónomas sobre los acuerdos a los que desean adherirse. Como nación soberana, el Gobierno de Paraguay reafirma su derecho a participar activamente en las discusiones y negociaciones internacionales, así como a decidir de manera independiente sobre los compromisos que considera más adecuados para proteger la salud y el bienestar de su población”. O como Argentina que se paró firme y argumentó: “esta delegación quisiera destacar en esta asamblea Mundial de la Salud que no apoya el mismo si ello implica establecer normas por encima de nuestra Constitución Nacional que resigne nuestro estado de Nación libre y soberana”. Lamentablemente nuestro país ni se acordó de la soberanía ni de la defensa de la Constitución y simplemente se remitió a decir que la instrumentación del Tratado requería un año más de tiempo “para concluir con nuestro trabajo”.
Pero tal como lo explicamos en estas mismas columnas, el cangrejo bajo la piedra podría estar en la aprobación de las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) y efectivamente todo indica que así fue.
Resulta que solapado bajo el lema “Todos por la salud, salud para todos” (lema de la 77° AMS), estas poderosas empresas dueñas de la OMS, buscaron, y encontraron, la vuelta para que, entre otras cosas, pasaran a permitirle a la Organización “declarar una emergencia sin una pandemia real, lo que puede llevar a decisiones arbitrarias y potencialmente dañinas para las sociedades», según explicó la Dra. en medicina y analista española Natalia Prego Cancelo.
Para Prego “las enmiendas también amplían las circunstancias en las que se puede declarar una emergencia pandémica”, de modo que una pandemia pueda “basarse únicamente en un riesgo potencial, en lugar de en un hecho confirmado”. Para ella «La falta de transparencia y control sobre estas decisiones es alarmante. Necesitamos más criterios objetivos y menos poder centralizado en una sola organización».
Según expresa la revista digital, especializada, Ciencia y Salud Natural en un artículo titulado: “La OMS ha modificado la definición de pandemia para declararla sin ser cuestionada”, esto deja a la OMS en libertad de declarar frecuentes “emergencias pandémicas” y contramedidas draconianas a voluntad de acuerdo a lo que dicte su inversor más influyente” ya que éstos (los inversores) tienen “la capacidad de decidir en qué quieren que la OMS invierta esos fondos”.
El RSI es vinculante, lo que quiere decir que cuando se declare una pandemia – aunque no haya pandemia ninguna-, nuestro país deberá sí o si hacer lo que estos individuos le ordenen.
Hasta el 1 de abril de 2025 nuestro parlamento tiene tiempo para rechazar estas enmiendas, pero nada indica que multicolores y frenteamplistas tengan intenciones de revertir eso que tan contento tiene al globalismo.
Columnistas