sábado 23 de noviembre, 2024
  • 8 am

Los perros de Armando: El león no es malo, solo es un león

Armando Guglielmone
Por

Armando Guglielmone

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Minervine

Armando Guglielmone Instructor canino –
educador etólogo Venta de ovejeros
alemanes de pedigrí Contacto y /o sugerencias : 098 539 682
Si hay algo que puede hacer nuestro perro y provocar desconcierto en nosotros es mordernos sin un aparente motivo, y digo aparente pues generalmente si estudiamos bien la situación podremos darnos cuenta tal vez que este comportamiento ha respondido a algo. Puede ser una reacción instintiva del perro o una respuesta a un condicionamiento aprendido. Una reacción instintiva puede ser dada cuando, por poner un ejemplo, el perro está profundamente dormido y lo queremos despertar de forma brusca y la sorpresa provocada en él hace que dé un mordisco casi inconsciente formando parte de su instinto de defensa. Un condicionamiento aprendido en cambio responde a algo enseñado por nosotros para una necesidad en particular, si tenemos un perro de guardia y pretendemos que sea eficaz en la tarea, no debería dejarse seducir por palabras dulces o halagos que pretendan hacer que entre en confianza con el eventual extraño. Ahora bien, hablamos de extraños, pero si la mordida ha sido a nosotros, ¿cómo se explica? Pues bien, acá el problema va a estar condicionado al nivel de trabajo (adiestramiento) realizado en el perro y a la raza de este. Aunque parezca extraño para la mayoría, hay razas de perros que, pese a su aspecto disuasivo y apariencia poderosa, tienen baja predisposición a morder y les resulta más fácil discriminar si es el dueño el que le habla de manera tierna pretendiendo seducirlo o si es un extraño. Ahora bien, cuando hablamos de razas, o, mejor dicho, de líneas de sangre de razas determinadas, tenemos que tomar en cuenta la predisposición a morder y a complacer al dueño. En los ovejeros belgas, principalmente la variedad malinois, podemos encontrar sujetos en los cuales estas “cualidades” son extremadamente fáciles de observar. Con un tipo de ejemplar así casi no sería necesario contar con un ayudante para enseñarle al perro protección, la evidente predisposición a morder y a complacer al dueño nos facilitará la tarea. Ahora bien, nadie quiere tener un perro en la casa que frente a estímulos nuestros reaccione automáticamente mordiendo, y acá es donde entra el buen trabajo en obediencia. Deberá apuntar al control de los impulsos, en este caso de presa, ya que el perro está motivado a morder por este. Pero, si las circunstancias, sea cuales fueran, no nos permiten dedicarle ese tiempo o no sabemos cómo hacerlo, debemos apuntar a no adoptar conductas que desaten este instinto en el perro. Dirijámonos a él de manera dominante, no agresiva, si no que tratémoslo como alguien que está a nuestro servicio y el perro actuará en consonancia. No es que pretendamos justificar al perro si mordió, pero si su comportamiento, es que tenemos que recordar que, en la mayoría de los casos, la culpa no es del perro, si no, de lo que le hayamos inculcado, para bien o para mal. Un león no es malo porque pueda comernos, solo es un león.