domingo 24 de noviembre, 2024
  • 8 am

Los gatos

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Según se sabe, un gato vive entre 12 y 15 años en promedio, por lo tanto, se necesitan alrededor de 6 generaciones gatos para tener siempre por lo menos uno a lo largo de la vida de un ser humano
Aunque no se conozca, todo tiene su origen y el gato no podía ser la excepción, he estado tratando de informarme de donde surgieron los primeros gatos y la información me ha resultado confusa, pero parece ser que el gato silvestre existe desde una cantidad indefinida de miles, decena de miles o cientos de miles de años, pero el gato doméstico, más o menos se tiene referencia de que existe como tal hace unos 10.000 años aparentemente surgido en el Medio Oriente, descendiente de gatos silvestres llamados Felis Silvestris Ornata.
Hace unos 3600 años, los gatos domésticos eran venerados en Egipto y era una especie de animal sagrado, después se fueron diseminando por el resto del mundo y llegaron a América con la conquista, ahora, en Estados Unidos, casi la mitad de los hogares tiene un gato de compañía y sin duda, en el mundo entero, el gato es un animal doméstico o vagabundo con el nos cruzamos con más frecuencia de la necesaria.
En mi casa tengo un fondo que se sitúa en el centro de la manzana rodeado de los fondos de muchos otros vecinos y suele ser el lugar de reunión de innumerables gatos muchos de los cuales tienen dueño y otros que son gatos peregrinos independientes, pero, que, a su vez, suelen andar buscando dueño que los ampare y les de cobijo que le sirva de base de operaciones a la vez que gestionan algo de alimento.
Como ese fondo del centro de la manzana está separado de otro fondo más cercano a la casa, al más lejano no lo visito tan seguido, pero cuando voy siempre me encuentro con gatos de todo calibre, color y pelaje y que invariablemente, sin que yo les diga nada ni haga ningún gesto, al llegar, con solo mi presencia, salen disparados trepando árboles y muros a toda velocidad, cada uno en dirección diferente, de acuerdo a donde tienen su morada.
En otro fondo que está pegado a la casa, habitualmente nunca cruzan el muro porque siempre hay gente y no se animan, pero nada es absoluto, un par de gatos comenzaron con la costumbre de invadir ese fondo y salir como disparado a través del muro cada vez que veían a alguien de nosotros.
Un día, ya de tanto ver a esos 2 gatos insistentes, se me ocurrió la mala idea de darles comida por lo que se fueron arrimando, al principio en forma desconfiada y luego a quedarse a vivir como si fuera su propia casa, hasta acercarse ronroneando y fregándose en las piernas del que anduviera cerca y ya nunca más se fueron, seguramente no tenían dueño o les resultó más atractivo vivir en nuestra casa, ahora les compro comida para gatos que se la tengo que dar en varias dosis porque si se la doy toda junta, para todo el día, comen un poco dejan el resto y ya no vuelven a comer hasta que les sirvo de nuevo.
En realidad, uno de los gatos no era un gato, era una gata y ante el riesgo de embarazo decidimos castrarla para evitar una proliferación indefinida, porque 2 gatos por ahí está bien pero más de eso, ya es más es demasiado.
La gata de un color medio indefinido y si algún término se le aproxima es barcino, el otro, es un gato macho de color negro con muy abundante pelo.
No sé si su genética tiene algo que ver con los gatos silvestres Felis Silvestris Ornata de Medio Oriente, o con los de Egipto o los gatos que abundan en Estados Unidos, lo cierto que llegaron para quedarse y ya son como de la familia y se pelean con algún otro gato que quiera atreverse a invadir su territorio que ya lo consideran como propio.