martes 6 de mayo, 2025
  • 8 am

El que sabe contar, que cuente hasta 10

César Suárez
Por

César Suárez

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Alvaro Lima

Por el Dr. César Suárez
Cada sensación que experimentemos cada uno de nosotros está vinculada a una reacción química dentro de nuestro organismo donde cada una de las células involucradas mueven una serie de moléculas en el lugar físico de la sensación que nos avisa que algo ha sucedido o está sucediendo.
Esas reacciones pueden ser de duración breve, mediana o prolongada mientras el estímulo este presente.
Una sensación dolorosa puede ser desencadenado por determinada noxa.
Tomemos por ejemplo algo que presenciamos a diario en la televisión en las competencias deportivas, un jugador recibe un golpe y (dejando de lado las simulaciones), ese golpe le genera una sensación dolorosa en el sitio del traumatismo donde se generan reacciones químicas en esa área y esa sensación dura un determinado tiempo que se va diluyendo poco a poco hasta que en el correr de los minutos, si la lesión no es grave, el sitio dolorido se recompone, retoma su equilibrio, el jugador se incorpora, camina unos segundos con dificultad para rápidamente desaparecer el dolor y el jugador continua en competencia y rápidamente se olvida si no ha habido daño físico de los tejidos.
Sensaciones de dolor, de ardor de picazón, de hormigueo, estamos percibiendo en forma frecuente y que nos sirve para darnos cuenta de un determinado daño lo que nos hace apartarnos de lo que nos provoca cualquiera de esas sensaciones intentando preservar nuestra integridad, el equilibrio funcional de las células y las moléculas involucradas, vuelve a su normalidad.
Al igual de lo que sucede a nivel físico, en la esfera emocional operan los mismos mecanismos y cada emoción está acompañada de una descarga química a nivel celular y a nivel molecular que impacta en cualquier órgano o más de uno en forma simultánea sobre todo en situaciones de estrés que suelen afectar al órgano más sensible y que se manifiestan en contracturas musculares, en aumento de la secreción gástrica con sensación de acidez, a nivel vascular con aumento de la presión arterial, con aumento de la glicemia en caso de los diabéticos, con respuestas alérgicas a predominio de la piel y mucosa respiratoria entre otras respuestas orgánicas pero que también se manifiestan con ansiedad, depresión, excitación lo que lleva a una sensación de padecimiento emocional no siempre fácil de manejar.
Muchas de esas molestias emocionales suelen ser autoprovocadas en la medida que cada individuo maneja mal sus emociones estimulando y valorando en forma exagerada la importancia de cualquier acontecimiento, generando respuestas destempladas no acordes. a cada hecho que suele avivar el “incendio”.
Cada uno de nosotros, estamos continuamente recibiendo estímulos que inciden en nuestras emociones, para bien o para mal, buena o malas noticias, actitudes, desaires, indirectas, elogios, descalificaciones, alabanzas, insultos y cada una de esas actitudes, nos generan una respuesta emocional, que se puede procesar en silencio o con una respuesta acorde o destemplada.
Así como un golpe casual en una competencia deportiva, que genera un dolor que con el correr de los minutos se va diluyendo hasta desaparecer, el dolor emocional provocado por lo que se interpreta como una ofensa, inmediatamente de la descarga de bronca, desazón, ofensa, con el correr de los minutos, normalmente comienza a diluirse, pero si la persona que se considera ofendida es muy impulsiva, puede tener una respuesta desmedida inmediata, puede generar un conflicto que se sabe cuándo comienza pero no se sabe cuándo puede terminar.
Por todo esto, siempre es conveniente no reaccionar en “caliente” y hay un sabio proverbio que sabiamente aconseja que antes de reaccionar es necesario contar hasta 10, que es el tiempo necesario para que las células y moléculas alteradas recomponga su función y la reacción inicial se normalice para luego poder actuar con racionalidad para no generar acciones destempladas que despierten controversias innecesarias que después resultan muy difíciles de recomponer.
Siempre hay que recordar que las agresiones no califican al agredido sino que califican al agresor.