Por Carlos Silva
Hace algo más de un año, Salto fue protagonista de un hito largamente esperado: la puesta en funcionamiento del nuevo aeropuerto internacional de Nueva Hespérides. Aquello que por años fue una promesa incumplida, se volvió realidad gracias al empuje decidido del gobierno nacional encabezado por Luis Lacalle Pou. Esta obra, más que una infraestructura moderna, representa una puerta abierta al futuro del departamento.
Durante los últimos años, Salto miró con nostalgia su pasado de ciudad pujante, aquella que supo ser la “capital del interior” por su dinamismo, su gente emprendedora y su rol central en el desarrollo del país. Sin embargo, con el tiempo fuimos perdiendo ese empuje, ese orgullo. La falta de planificación, la ausencia de inversión estratégica y la escasa visión de futuro nos dejaron en una situación de estancamiento.
Hoy, con el aeropuerto operativo, empieza a cambiar esa realidad. En este primer año de funcionamiento ya vemos los beneficios: la conectividad aérea facilita el arribo de turistas, acorta distancias para empresarios e inversores, y mejorara las condiciones para atraer eventos, congresos y ferias. El turismo termal, uno de los motores históricos del departamento, se potencia como nunca antes, y aparecerán nuevas oportunidades vinculadas a la logística, el comercio y el desarrollo inmobiliario.
Esta obra no cayó del cielo. Fue fruto de la visión de un Gobierno Nacional que entendió que el interior profundo también debía despegar. El aeropuerto de Salto es parte del legado de gestión del presidente Lacalle Pou, un mandatario que recorrió el país palmo a palmo, que no se quedó en las palabras y que trabajó hasta el último día de su mandato. Apostar por Salto fue una decisión política valiente, que se concretó con hechos y no con promesas.
Pero el aeropuerto no puede ser un fin en sí mismo. Es una herramienta, una base sólida desde la cual proyectar nuestro desarrollo. Ahora el desafío es acompañar esta infraestructura con políticas locales activas que generen empleo, apoyen a los emprendedores, y apuesten a la innovación. Desde la atracción de inversiones en tecnología, turismo inteligente y transporte sostenible, hasta la promoción de barrios privados, complejos turísticos y parques empresariales, Salto tiene la oportunidad de transformar su matriz productiva.
Y es precisamente esa tarea la que deberá liderar el futuro gobierno departamental de Carlos Albisu, acompañado por la Coalición Republicana. Porque será ese equipo, con visión, compromiso y capacidad de gestión, el encargado de poner a funcionar las oportunidades que están sobre la mesa. Albisu ha demostrado que no le tiembla el pulso para tomar decisiones, que sabe rodearse de gente preparada y que tiene claro hacia dónde debe ir Salto. Con el respaldo de un equipo amplio y plural, se abre una nueva etapa de esperanza para los Salteños.
Recuperar el orgullo de ser salteños no es una consigna vacía: es una meta concreta, posible y necesaria. Porque Salto tiene todo para volver a ser lo que alguna vez fue, e incluso más. Hoy tenemos una nueva pista desde la cual despegar y no dejemos pasar esta oportunidad.
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