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Domingo 23 de Noviembre, 2025 66 vistas

Diego Otegui - Productor salteño: El Merino está bien posicionado genéticamente, pero el país sigue en deuda con el ovino

En el marco del taller de Evaluaciones Genéticas Ovinas realizado en la Agropecuaria de Salto -organizado por INIA, el SUL y la Sociedad de Criadores de Merino Australiano del Uruguay- el productor salteño Diego Otegui subrayó que "la raza está en un posicionamiento que hoy lo amerita", pero advirtió que la estructura del sector ovino uruguayo continúa mostrando señales de fragilidad que impiden una recuperación sostenida del stock nacional.
El productor, principal de "La Magdalena", valoró especialmente la puesta a punto técnica del encuentro. "Hacía tiempo que estaba pendiente una puesta a punto de dónde se está hoy", expresó, destacando que el avance genético del Merino ha sido significativo y que, en sus palabras, "si vemos que hay algo para retocar o mejorar, bienvenido sea", porque el escenario actual exige precisión y continuidad en el trabajo. Según Otegui, la combinación de un mercado de carne ovina "muy favorable" y un mercado lanero que "viene reaccionando" crea expectativas prudentes, aunque todavía insuficientes para encender una verdadera recuperación del rubro.
Rumbos genéticos sostenidos en el tiempo
Otegui explicó que La Magdalena se planteó hace años un objetivo firme de alcanzar las 18 micras. Hoy, aseguró, "estamos entre 17,5 y 18 micras", un rango que consideran ideal según la orientación productiva que buscan sostener. La posibilidad de afinar aún más existe, pero el foco ya no está solo en la finura. "Podemos pensar en bajar un poquito más, pero cuidando mucho más todos los otros aspectos", enfatizó.
Esos aspectos incluyen conformación, calidad de lana, rendimiento, color, peso corporal y lana producida por individuo. Otegui insistió en que el primer impulso de la raza fue hacia la finura, pero la fase actual es otra: ahora se trata de mantenerla sin perder productividad general. 
Para el productor, hablar de pérdidas por haber afinado demasiado no corresponde: "Se ganó por todos lados", aseguró. La raza muestra una señalada competitiva, incluso con años complejos como los últimos dos, donde el exceso de lluvias afectó los momentos críticos del ciclo.
En ese sentido, destacó que el mito del Merino débil o poco carnicero "ya es historia". Los borregos y capones bien criados están respondiendo con pesos adecuados en frigorífico, y los sistemas que incorporan ecografías y manejo de mellizos han logrado afinar su eficiencia reproductiva. "Me parece que está muy bien posicionada la raza", concluyó.
Con el ovino estamos en el debe
La fortaleza genética del Merino contrasta con la realidad estructural del rubro ovino en Uruguay. Otegui lo dijo sin rodeos: "En ovinos estamos en el debe".
Según su visión, el país cuenta con "una industria bien reconocida a nivel mundial", pero desde hace años mantiene una reducción continua en el número de ovinos, una tendencia que no se ha logrado revertir pese a diversas medidas. "Sería lindo que la flecha, que sigue siendo descendente, se revierta por unos años", expresó, remarcando la importancia económica, cultural y ambiental del rubro.
Una de las debilidades que mencionó es la falta de mano de obra, aunque aclaró que la complejidad del trabajo ovino puede estar sobredimensionada. Para muchas explotaciones criadoras, sostuvo, la presencia de ovinos "redondea un poco más el trabajo", y contribuye a mantener los campos limpios en zonas donde malezas como el senecio avanzan rápidamente. Cuando hay ovejas, la diferencia es visible incluso "andando por la ruta", según sus palabras.
Sin embargo, reconoció que la principal barrera no es cultural ni técnica, sino comercial. "Me parece que va a venir de la mano de los precios", dijo. Para Otegui, las noticias del mercado son la herramienta más poderosa para incentivar al productor, más allá de cualquier medida administrativa. La curva descendente de stock lleva años y, de momento, nada ha logrado revertirla. Sin un precio que motive, señaló, "es difícil".
Medidas, señales y una ecuación que no cierra
Consultado sobre qué medidas podrían revertir el descenso del stock ovino, Otegui fue cauteloso. "Hasta ahora, si hubieran tenido impacto, la curva habría cambiado de sentido", afirmó. Según su análisis, las señales económicas pesan más que los estímulos sectoriales. Cuando el precio tracciona, "el ánimo es otro y las preocupaciones son otras". Esa dinámica, aseguró, es la misma en vacunos, donde los ciclos productivos ajustan rápidamente cuando la oferta y la demanda definen nuevos escenarios.
En esa línea, valoró que el precio impulsa cambios estructurales. Uno de ellos es la tendencia hacia animales jóvenes y ciclos más cortos. Con la firmeza actual del mercado cárnico y una primavera generosa, Otegui proyecta un escenario de mayor preñez y mayor oferta de carne. "En dos o tres años Uruguay va a estar produciendo un lote de kilos más de carne si sigue esta realidad", afirmó.
Ese optimismo, sin embargo, tiene un contrapeso: los costos. Como productor, Otegui reconoce que monitorea tanto lo que entra como lo que sale, y advirtió que Uruguay sigue siendo "un país caro para vivir y para producir". La ecuación, por tanto, no siempre acompaña los buenos precios. Si los ciclos se cortan -como ocurrió en 2022- los costos se vuelven un peso crítico para la rentabilidad.
Otegui señaló que no ve señales claras de mejoras estructurales en ese sentido. "No se ven muchas perspectivas de cambio con el dólar barato", dijo, y recordó que las declaraciones públicas del Poder Ejecutivo confirman que no habrá movimientos en esa materia. Tampoco observa una estrategia orientada a reducir el peso del Estado sobre la producción. Por el contrario, opinó que hoy se está "jugando a la mosqueta y a la tapadita" entre problemas heredados y nuevas dificultades, sin una política clara que contemple la sostenibilidad económica de los sectores productivos.
En la agricultura -añadió- ocurre algo similar. Precios internacionales que no acompañan, costos internos altos y poca respuesta en tarifas clave como combustibles y energía eléctrica. Incluso siendo Uruguay un país excedentario en energía, señaló, no hay una estrategia que permita trasladar ese beneficio a los costos productivos. "El sistema productivo va por un carril distinto al sistema político", afirmó.