jueves 28 de marzo, 2024
  • 8 am

“La Iglesia no tiene luz propia, es la gente la que debe saber reflejar la luz de Cristo”

Por Julio Aguirrezábal y Daniel Spinelli.

Mañana en una ceremonia sencilla, pero muy sentida, estará tomando posesión de la Diócesis de Salto, Mons. Arturo Fajardo, hasta ahora Obispo de San José. La entrega del Báculo Pastoral por parte del Cardenal Daniel Sturla, lo designa como el nuevo pastor de toda la extensión de la Diócesis que abarca Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro. Diócesis que estaba acéfala de un conductor tras la muerte de Mons. Fernando Gil y que estaba siendo coordinada hasta el nombramiento del nuevo obispo por el Padre Carlos Silva Guillama. Ya instalado en Salto, Fajardo visitó la redacción de CAMBIO y en una entrevista muy cordial dio a conocer su propósito y sus expectativas al asumir esta nueva responsabilidad que le concedió el Papa Francisco. Un hombre sencillo, extrovertido, amante del campo y con un pasado que lo llevó incluso a ser parte de las Fuerzas Armadas y que nunca imaginó terminaría por elegir el camino del sacerdocio. Al margen de las creencias religiosas, los invitamos a conocer más de la vida de este cura ordenado en 1988 por el Papa Juan Pablo II y que actualmente preside la Conferencia Episcopal del Uruguay.

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-En una entrevista que le hizo El Observador, me sorprendió lo sencillo, sus raíces campestres y que incluso fue militar.

-Hice liceo militar si, pero nunca me recibí. Decidí ser sacerdote luego de haber estado en una garita de casco y fusil; no encuentro mucha explicación. Mi familia, sobre todo mi mamá, era muy cristiana, en mis primeros años de vida no estaba la decisión de ser sacerdote pero un gran amigo -Edmundo Quaglia- me repitió muchas veces que debía serlo, tenía una gran capacidad de comunicación y me convenció.

-¿Qué más lo motivo a ser sacerdote?

-Creo que en el fondo el cristianismo tiene una carga de sentido, hay preguntas claves: ¿Qué es el hombre? ¿Qué es el dolor? ¿Qué es la muerte? El cristianismo no es una moral, no es una ideología, es un acontecimiento de vida, un encuentro con alguien que nos cambia la vida. Cuando me encontré con esa realidad que me daba un sentido nuevo a la vida comencé a vivirlo y quise comenzar a transmitir eso que el evangelio dice que es un tesoro escondido, perla preciosa, quise comunicar esa alegría y gozo.

-¿Por qué quiso ser militar? Es un poco contradictorio.

-Hay una cierta mística en la carga militar, un espíritu de cuerpo. Es una forma de servicio también, a la patria.

-Usted tuvo un privilegio grande, fue ordenado sacerdote por Juan Pablo II.

-Sí, es cierto, Juan Pablo II marcó mi vida, no solo por la ordenación, sino porque fue el Papa de mi juventud. Un hombre con un carisma impresionante. Algunos dicen que se confesó con el Padre Pío, no sé mucho, eso ya es tradición o memoria. Mi ordenación fue una “casualidad”, había terminado el seminario y un Monseñor dijo que venía el Papa y le gustaría que me ordenara y acepté, fue muy lindo, tenía 27 años.

-Cuentan que en esa confesión  el Padre Pío le adelantó a Karol Wojtyła que él estaba para más, que iba a ser Papa.

-Algo de eso sucedió, sí, no recuerdo exactamente la historia. El tuvo la resistencia contra los nazis, era alguien que jugaba al fútbol, hacia esquí, natación, no era un cura ordinario. Yo siendo joven me identificaba con él, fue filósofo, un hombre multifacético. Leía la vida de él y me impresionaba su persona, todo lo que tuvo que ver con su esfuerzo por la defensa de los derechos humanos y visitó Uruguay también.

-¿Ha tenido contacto con el Papa Francisco?

-Tuvimos dos encuentros, uno de ellos fue muy lindo, 40 minutos por una audiencia que solicité, la cual pensé que no me iba a conceder, pero sí lo hizo. Me recibió sin ningún protocolo, incluso me dijo: -¡¿Qué hacés uruguayo sin mate?! Conversamos tomando mate, me preguntaba sobre cosas concretas, cuando me iba me acompañó, él mismo llamó el ascensor, indicándome cosas. La oportunidad fue en Italia, conversábamos tanto que me daba cosa, pero él me decía que estuviera tranquilo que tenía tiempo. Fue increíble.

-¿En esa informalidad no le preguntó si en algún momento podría venir a Uruguay?

-Sí, se lo pregunté. Dijo que cuando venga a Argentina lo hará, pero para eso tienen que estar dadas las ciertas condiciones. Le quedan solo dos países para visitar en América Latina, Uruguay y Argentina.

-Seguramente estará en Salto cuando el Papa Francisco venga a Uruguay.

-Espero no irme más de acá. No pensaba venirme de San José, fui muy feliz allí. A Salto vine a ver a Fernando Gil cuando estaba muy enfermo, luego vine nuevamente cuando falleció en enero. Pero nunca pensé que me iba a tocar a mí ocupar su lugar, me llamaron para comunicármelo y no me lo creía.

-¿Esta decisión de Francisco es posible que esté relacionada con su visita al Vaticano y esa relación espontánea que se generó entre Uds.?

-No me atrevería a afirmarlo.

-Ud. es un hombre que acude a metáforas y dichos de la gente de campo. ¿Por qué esa afinidad con la vida campestre?

-El Papa insiste mucho en que uno tiene que cuidar sus raíces, yo siempre cito una frase, “Árbol sin raíz no aguanta ninguna tormenta”. Es un tema para los chicos, la gente, también nuestras raíces como nación, nuestras raíces con la figura de Artigas, me identifico mucho con esas raíces. La tierra, el trabajo, creo que la cultura del campo tiene que ver mucho con eso y ahí están mis raíces. En el campo juntaba leña con mi padre, trabajé en la cosecha de la papa, que plantábamos, arreaba ganado y hacía todas las tareas de campo. Cuando me nombraron Obispo de Salto lo primero que hice fue irme a mi casa, afuera, pasé tres días tropeando, haciendo cosas con mi hermano, haciendo fogón, es como que uno precisa a veces encontrarse con lo más propio de uno, con su historia de vida. Siempre estoy en contacto con el mundo rural.

-No es una generalidad, pero el que aprende a conocer la zona rural se encariña y se enamora.

-A mí me encanta el campo, extraño mucho el campo. Montevideo a mi me aplasta. Volver a las raíces no tiene precio, luego retomar la vida más ordinaria, no se trata de la misma sensación que cuando se está en la ciudad.

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NOS PREOCUPA QUE PASARÁ CON EL

EMPLEO DESPUÉS DE LA PANDEMIA”

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-¿Cómo piensa trabajar con la comunidad de Salto?

-Primero conocerla. Pienso quedarme acá, tendré que ir alguna vez a Montevideo por compromiso, ya que soy también Presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay, también a San José, pero siempre será de paso.

-Hay unas declaraciones del Embajador en el Vaticano -Guzmán Carriquiry- que me gustaría leérselas. El dice: “Este rol que debe tomar la iglesia es en 7 tareas, una de ellas enfocada especialmente en la vida política de los países. En otra oportunidad dice “no obstante la región se encuentra en el torbellino de la pandemia con dramáticas urgencias e incertidumbres, se necesita desde ya invertir mucha competencia e inteligencia, mucho intercambio, mucha imaginación, mucha pasión por nuestros pueblos y por los pobres en primer lugar, pero ir proponiendo nuevas estrategias educativas, económicas y sociales, nuevos modelos de desarrollo integral solidario y sustentable, incluso nuevas terceras vías más allá de los círculos viciosos desgastados del neocapitalismo tecnocrático, ultra-liberal y del socialismo estatista autocrático”. ¿Qué piensa?

-Coincido plenamente. Participé en un encuentro de políticos católicos en Asunción que iba un poco en esa línea. Ver cuál puede ser el aporte de los cristianos en la construcción de la sociedad en concreto, no como aspiración de poder, sino como servicio en una América Latina donde la corrupción es muy grande y la política es el más alto grado de la caridad. Si ese servicio se hace de buena forma la sociedad sería más justa. El Papa Francisco habla de las tres T, techo – trabajo y tierra; creo que hay que buscar alternativas a una economía que mata, que no es capaz de generar empleo, es un tema complejo con el avance de las tecnologías. ¿Qué va a pasar con el empleo después de la pandemia? Hay mucha gente en el seguro de paro. ¿Volverán a tener trabajo?

-En un libro de Andrés Oppenheimer, “Sálvese quien pueda”, básicamente lo que dice es que hay una revolución tecnológica, donde la mano de obra es sustituida por la inteligencia artificial y la robotización. Él presagiaba eso 20 años hacia adelante, la pandemia nos está demostrando que eso está a la vuelta de la esquina.

-No sabemos qué va a pasar después de esto, el mundo ya no habla de volver a la normalidad, sino de la nueva normalidad.

-¿Cómo se imagina el futuro cercano?

-No me lo imagino. Para mí todo este tiempo fue un desafío transmitir celebraciones por Facebook, radios, la fiesta de San José tuvo 11 mil visualizaciones en el día. En Semana Santa tuvimos un promedio de 5 mil visualizaciones diarias, una cosa totalmente impensada, además soy de otra generación, no digo que esto sea una solución, pero al menos podemos llegar hacia otras personas.

-¿Cuál es el nivel de pobreza en San José?

-Es compleja, yo logré instalar una parroquia en una de las zonas más pobres y fue una alegría, no había una atención pastoral, entonces conseguí dos sacerdotes italianos que se instalaron ahí.

-¿Cuál es su política para la zona rural?

-Yo quiero visitar y conocer, no conozco nada. Después del 15 quiero comenzar a visitar las comunidades rurales, la fe y la tierra van profundamente unida, más en nuestra patria donde las raíces guaraníticas están en todo, el mate dicen que tal como se toma fue invento de los jesuitas, la Virgen de los Treinta y Tres fue hecha por mano de guaraníes.

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LA IGLESIA NO ES EL OBISPO O

LOS CURAS, ES EL PUEBLO DE DIOS”

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-¿Usted cree que hay un descreimiento en las nuevas generaciones con respecto a la Iglesia?

-Creo que todas las instituciones generan cierta resistencia, también la Iglesia en ese sentido. Lo importante no es la Iglesia, sino Jesucristo, estamos para anunciar un evangelio. La Iglesia no tiene una misión, la misión tiene una Iglesia. El Papa dice que la Iglesia no está para autoconservarse sino para servir a la sociedad Hay una comparación muy linda que hacen los padres de la iglesia que dicen que es como la luna, no tiene luz propia, tiene que reflejar la luz del sol, que es Jesucristo. Tenemos que buscar lenguajes nuevos, estilos nuevos, formas nuevas para comunicar la fe en este mundo nuevo, por algo Jesús hablaba en parábolas. Hay muchas cosas lindas que se hacen y no se conocen, hay dificultad de comunicación. El trabajo social no lo sabemos comunicar, a veces, como dice el evangelio, que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, pero a veces es bueno que se sepa. Hay que saber comunicar.

-La postura de la Iglesia se ha mostrado ante algunos asuntos políticos, como la eutanasia.

-La Iglesia es la defensa de la vida en ese sentido, desde el nacimiento hasta el fin natural. En la eutanasia hay todo un tema de lenguaje, no hay que mantener la vida a todo precio, no hay que provocar la muerte, pero también es verdad que si una persona no tiene posibilidades de encarnizamiento terapéutico no hay que sostener la vida a cualquier precio, no hay que usar cosas extraordinarias para algo que no tiene regreso.

-¿Qué piensa sobre el aborto?

-Hay que buscar alternativas al aborto como puede ser facilitar los métodos de adopción. Hay tantos padres que están esperando la adopción y lo desean, es un tema complejo y doloroso para cualquiera, un país que tiene una baja tasa de natalidad debe promover la vida, cuidarla. La vida es un misterio, porque cada ser es un misterio, cada uno tiene un ADN distinto, es impresionante.

-Sucede mucho el embarazo no deseado, donde más se da es en población con un nivel socioeconómico muy bajo.

-Hay que hacer hincapié en la educación sexual. En personas de bajo nivel socioeconómico, si bien es donde más se da el embarazo no deseado, es dónde menos se da el aborto también; he conocido a gurisas de 17 años que tuvieron familia porque ella lo quiso, lo único que tenían eran sus hijos. En las zonas más carenciadas sucede eso, no digo que esté bien, pero es una realidad. Son temas complejos, siempre hago hincapié en que la Iglesia no es una moral ni tampoco ideología, es un anuncio de una buena noticia, eso es clave. Lo primero es encontrarse con Jesús, después hay una vida que uno tiene que vivir de acuerdo al evangelio.

-¿A qué sectores les cuesta más llevar el evangelio?

-Sin dudas tenemos problemas de comunicación con clases más populares, asentamientos, sectores universitarios por ciertos prejuicios de que la ciencia genera cierta distorsión. San Agustín decía que la Biblia no dice cómo va el cielo sino como ir al cielo. Creo que si la fe es verdadera y la ciencia es verdadera no hay contradicción, no hay que tenerle miedo al estudio de las ciencias, hay que aprender a leer y formar a las personas, a veces la fe que recibimos no es una fe suficientemente formada, a medida que uno crece se hace muchas preguntas.

-Una de las dificultades que tenía la diócesis es la escasez de curas. ¿Cómo se va a trabajar en eso?

-Hay seminaristas que se están formando, son seis creo, está el diaconado permanente que ha crecido en la diócesis, lo fundamental en la Iglesia no es el obispo ni los curas, es el pueblo de Dios que es la gran mayoría, en eso hay que tener cuidado y decir que la tarea la hacemos todos, el obispo solo no hace nada, gracias a Dios que está la mujer que lleva la capillita, la otra que da catequesis, que en la campaña junta los niños, es el conjunto el que hace todo.

-¿Se llegará a un extremo de una iglesia sin cura, solo con diaconado?

-Creo que no. Dios no lo va a permitir, va a ser una comunidad donde cada cosa tiene su lugar y la articulación va a ser mayor, capaz los curas antes hacían demasiadas cosas que hoy habría que distribuir mejor y buscar la diversidad de estilos, ministerios, vocaciones, no por necesidad, no es porque faltan curas y hay que ordenar diáconos, es porque es bueno que haya mucha gente que esté involucrada y distintas formas de vivir el evangelio.

PERFIL

Mons. Fajardo tiene 59 años de edad y desde 2007 fue Obispo de la Diócesis de San José de Mayo. Actualmente es Presidente de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU) y de la Comisión Nacional de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la CEU.

Es oriundo de Aiguá (Maldonado) y fue ordenado sacerdote por San Juan Pablo II el 8 de mayo de 1988, en la ciudad de Florida.

Ha prestado diversos servicios en la CEU: fue Vicepresidente por dos períodos (2013-2015 y 2016-2018) y entre 2013-2015 presidió la Comisión Nacional de Pastoral Juvenil. Actualmente es Presidente del episcopado uruguayo y, desde 2016, de la Comisión Nacional de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso.

Mons. Fajardo será el séptimo Obispo de la Diócesis de Salto, cuya sede se encontraba vacante desde el fallecimiento de su anterior Pastor, Mons. Fernando Gil, acaecido el 17 de enero de 2020.

La Diócesis de Salto fue creada en el año 1897 por el Papa León XIII. Actualmente comprende los departamentos de Artigas, Salto, Paysandú y Río Negro, siendo la más extensa territorialmente del país. Alberga en total unos 367.000 habitantes.