jueves 25 de abril, 2024
  • 8 am

La tarasca

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
Los tiempos cambian en forma acelerada y acontecimientos inimaginables terminan por suceder y a medida que tiempo transcurre uno va perdiendo la capacidad de asombro porque todo lo que no podía suceder, está terminando por ser y hasta el más fantasioso individuo ya no le da la imaginación para fantasear acerca de algo imposible de suceder porque al final sucede y lo deja corto por más fantasioso que sea.
Cuando uno lee la historia de la humanidad puede apreciar la lentitud con que sucedían los acontecimientos, habiendo etapas que un individuo transitaba sobre todo su ciclo vital sin poder ser testigo de cambios novedosos, pero en las últimas décadas, da la impresión como que a la historia se le saltó la chaveta que regulaba los cambios y se disparó a una velocidad que se hace imposible seguirle el hilo.
No hace tanto tiempo, conseguir un préstamo era una maratón interminable, se exigían garantías de toda naturaleza y siempre te faltaba algo, pero ahora, como dice el dicho popular, se dio vuelta la tortilla.
No hay día que no me llega un mensaje o reciba una llamada para ofrecerme un préstamo de dinero en infinitas cuotas o recibo un mensaje anunciando que he sido elegido para recibir un préstamo sin otro requisito que ir a un centro de cobranza a retirar el dinero con sólo presentar mí cédula.
Ya es tanto el cargoseo con las “tentadoras” ofertas de dinero que cada vez que veo una llamada con un número con característica de Montevideo, opto por no atenderlo, pero también me llaman desde la telefonía móvil y para no ser grosero, tenés que aguantarte toda la perorata para terminar por desistir lo más amablemente que se pueda.
Cuando enciendo el televisor, se suceden una tras otra, ofertas de préstamos llamando por teléfono o enviando un mensaje de WhatsApp ya el dinero es tuyo para que te compres lo que tú quieras.
Un día estaba viendo un programa deportivo y como no podía ser de otra manera, uno de los auspiciantes era una empresa de préstamos fáciles donde el conductor decía alegremente, “vas con tu cédula y te llevás la tarasca en el momento.
Como suelo hacer a menudo, fue al diccionario de la Real Academia Española y la palabra tarasca, nada que ver con el dinero, entonces, fui buscar en internet me encuentro que, en la Argentina, se le denomina tarasca a plata robada o de dudoso origen, es la plata que se divide en un robo o algo ilícito.
Después, analizando lo que se termina pagando, sumando todas las cuotas a pagar, si no fuera que todo es legal, amparado por la legislación vigente, se parece bastante a un robo y me empieza a cerrar el término tarasca.
No se te ocurra atrasarte en una cuota porque los interese de mora te dejan en falsa escuadra.
Lo triste es que mucha gente cae en la tentación ya sea por necesidad imperiosa, por consumista o por nabo y se va feliz con la “tarasca” en el bolsillo y como esa tarasca fue tan fácil de obtener, parece plata dulce y entonces, no dura nada, lo que sí duran mucho, son las cuotas a pagar y si antes no alzaba la plata, ahora alcanza menos porque una parte de los ingresos se va para pagar cada cuota.
La realidad es la mayoría de los que recurren a esos préstamos son miles y miles gente humilde que se ve tentada por tanta publicidad muchas veces para comprar cosas que son tentadoras, pero y no estrictamente necesarias comprometiendo peligrosamente los ingresos futuros.
Mientras deudores sufren cada mes para intentar no atrasarse, las numerosas empresas promotoras de préstamos con los intereses cobrados “engordan” y se reparten la tarasca.