domingo 6 de julio, 2025
  • 8 am

Los perros de Armando: Perros que añoro

Avisos judiaciales

Armando Guglielmone Instructor canino – Educador etólogo Representante ovejeros alemanes von schutzmann Contacto: 098 539 682.
Siendo niño los fines de semana habitualmente lo pasábamos en casa de mi abuela y los dos recuerdos que más me retrotraen a esa época son, el pasar del tren, estando literalmente la casa a solo unos diez metros de la vía de tren el pasar nocturno de este mientras uno estaba acostado era casi mágico, y el otro era el ladrido de perros en la noche. Mi abuela como muchas en esa época nos hacían comportar contándonos historias que dándonos un poco de miedo hacía que al acostarnos a dormir no hiciéramos ruido, si no, podíamos hacer que apareciera en el fondo de la casa algunos de los personajes creados para nuestra fantasía. Entre varios el que siempre me provocaba mayor intriga era el lobizón, el personaje místico de nuestra campaña que se transformaba en una suerte de hombre lobo-perro y en la ciudad golpeaba puertas y ventanas de casas cuando escuchaba ruido tarde en la noche. Cuando se hacía silencio en la noche se escuchaba los perros ladrar a lo lejos en las casas del barrio, en esa época no había el barullo nocturno de hoy permitiendo hacerlo y mi imaginación me hacía pensar que ladraban al lobizón tal vez que pasaba por las calles para alejarlo. Así siempre asocié el perro a sentirme seguro, admiraba ver los pocos perros de raza que se veían en la calle como si fueran seres fabulosos lejanos a la posibilidad de tenerlos ya que lo normal era tener un pequeño perro sin raza que se les decía Foster, asumo por deformación del nombre fox terrier ya que generalmente eran cruzas de los pocos ejemplares puros que había. Recuerdo una vez ver un pastor alemán ir en la carrocería de una camioneta de Salto Grande, cuando aún la estaban construyendo a la represa, y saltar de ella en movimiento y al llamado del dueño, un italiano recuerdo, volver a saltar a ella sin que esta detuviera la marcha. Mi impresión de admiración fue tal que creo que en ese momento me enamoré de esta raza, sin siquiera imaginarme que en el futuro formaría parte de mi vida. Luego aparecieron los doberman, tal vez ya había, pero no recuerdo haber visto uno hasta que una persona que había vivido en Estados Unidos trajo unos de allá, incluso se los conocía como los doberman de esta persona, mencionando su apellido. Y así algunas razas más como los boxers de fulano o los perdigueros de sultano, formando en mí por lo menos, la mística que con los años me llevaron a estar ligado hasta hoy con los perros. Los perros son seres fabulosos, siempre lo recalco, aunque debo reconocer que a veces añoro esa época en la cual eran casi un ser sobrenatural con capacidades increíbles, que mantenían alejado de las casas a seres mitológicos que quisieran osar perturbar a sus dueños en su descanso, tal vez sean cosas de la edad de uno, no lo sé, pero vayan mis saludos a todos aquellos que tuvieron vivencias parecidas y tal vez, por qué no, un Foster.