Por el Dr. César Suárez
Nadie puede saber, por más que se intuya, que está pensando cualquier persona que interactúe con nosotros ni cuáles son las ideas que transitan por su pensamiento, sin embargo, continuamente estamos interactuando con otros individuos con los cuales intercambiamos ideas a través de la palabra los gestos y la expresión corporal que trasmiten un mensaje que es percibido de diferente manera de acuerdo a la agudeza mental y los preconceptos de quien lo recibe.
A pesar de todo, en términos generales, la mayoría de las personas tienden a confiar en los mensajes que reciben y suelen creer en las buenas intenciones del interlocutor con quienes se relacionan.
El dialogo intenta extraer en el intercambio, lo que el otro está pensando, pero el que se expresa no necesariamente trasmite cada idea que se le cruza por su cabeza y de acuerdo a las circunstancias, la gente se guarda cosas que valora que no puede decir en ese momento hasta falsea el mensaje en ocasiones con omisiones, pequeñas mentirillas para salir del paso, mentiras piadosas hasta elaboradas falacias con la manifiesta intención de engañar a otra u otras personas.
La realidad es que aquellos que tienen más “boliche” saben “leer entre líneas” los mensajes que reciben y tienen la capacidad de filtrar el sustento de lo que escuchan, aunque hay personas que quieren que sea cierto lo que están escuchando por más que sea fantasioso y se compran el relato.
La mayoría de las conversaciones casuales pasa por temas intrascendentes, hablando acerca del clima, de las noticias más novedosas, de lo cara que está la vida, simplemente, para hablar de algo, en el otro extremo se instalan los que ocultan sus intenciones, los que faltan a la verdad o los que intencionalmente intentan engañar al otro, algunos son tan burdos a los que se le puede aplicar el refrán “la mentira tiene patas cortas”, otros, estudian el grado de inocencia ajena y elaboran sofisticadas artimañas con el fin de engañar y estafar al que está distraído, sobre todo persona con diferentes niveles de vulnerabilidad utilizando estratagemas con manipulación psicológica de las cuales nos enteramos a diario, utilizando como herramienta la inocencia ajena a través de la palabra artera, o haciendo uso, sobre todo, de teléfonos, de plataformas informáticas en algunos casos al barrer (alguien va a caer) o maniobras individualizadas debidamente planificadas donde suelen estafar a personas mayores a través de engaños directos o, haciéndose pasar por otra persona.
También están las mentiras masivas a diario escuchamos a través de la publicidad con propaganda engañosa finamente elaborada por profesionales de la comunicación o manipulando testimonios a través de la inteligencia artificial u ofertas muy atractivas de productos que después no se entregan o lo que se denomina estafas piramidales que funcionan mientras ser acumulan los giles y sucumben cuando los giles se agotan y tal como sucedió, por ejemplo, con Conexión Ganadera y República Ganadera.
Si uno analiza minuciosamente los discursos políticos preelectorales se encontrará con promesas imposibles de cumplir tratando de atraer a los distraídos que lamentablemente somos muchos y otras que, siendo posibles, no se cumplen y donde la publicidad masiva a base de gran inversión de dinero se intenta construir y “vender” una falacia.
El engaño se ha hecho tan cotidiano que se multiplican una innumerable cantidad de términos para nombrarlo, trampa, treta, artimaña, truco, señuelo, fraude, estafa, dolo, timo, farsa, cuento, mentira, falsedad, embuste entre otros numerosos términos de denominan a cada uno de los embustes.
Nadie está libre de caer en el fraude, el embuste está a vuelta de la esquina, pero a pesar del riesgo, en la vida cotidiana no hay más remedio que confiar en la gente que ha demostrado su entereza y con los demás hay que mantenerse atentos para no caer en la trampa, aunque cada vez estamos más expuestos.
MINUTO A MINUTO