Por Daniel Dalmao
Se ha instalado en la opinión pública la discusión sobre la necesidad de un impuesto del 1% al 1% más rico de la sociedad, para financiar el combate a la pobreza infantil.
Saludable discusión. Por lo menos es lo que nos parece a nosotros, por la importancia del tema y por la repercusión que está teniendo en nuestra sociedad. Fue instalada por el PIT-CNT, la central única de trabajadores de nuestro país, con un objetivo que difícilmente alguien pueda animarse a decir que no comparte pero además, sólidamente fundamentada. El PIT-CNT tiene desde 1989 un instituto de estudios, el “Cuesta-Duarte”, que analiza continuamente la realidad económica y social y es fuente de fundamento de las propuestas que en esas materias impulsa la central obrera. Revisten allí, en ese instituto, un número importante de militantes y profesionales, jóvenes muchos de ellos, estudiosos todos y muy comprometidos con el papel que juega la clase trabajadora en nuestra sociedad. De ahí que las propuestas que hacen los trabajadores son siempre profundamente fundamentadas, se podrá estar de acuerdo o no con ellas, pero no se puede dudar de la seriedad y respaldo científico con que cuentan.
La propuesta ha tenido, entre otros, un difusor y defensor en el calificado, y joven, economista de la Universidad Pública (UDELAR) Mauricio De Rosa. A nivel político, varios legisladores del Frente Amplio (FA) se han mostrado dispuestos también a instalar la discusión e impulsar la iniciativa. En este sentido hemos visto a los senadores Oscar Andrade, Constanza Moreira y Gustavo González y al diputado Bruno Giometti participar en tertulias y programas en los medios de comunicación, aportando elementos que ayuden a aclarar y fundamentar la posibilidad real y la justeza de lo que se está promoviendo.
No hay dudas en cuanto a que el problema existe: uno de cada tres niños/niñas de 0 a 6 años es pobre en Uruguay, el 28 % en la franja de 6 a 12 años y el 27,5% en la de 13 a 17 años. ¿Puede la sociedad uruguaya seguir conviviendo con esta situación? Por otro lado, el 1% más rico acumula el 40% del total de la riqueza nacional.
Parece existir acuerdo a nivel social y eso se refleja en la representación política, que es imperioso combatir este flagelo, la pobreza en general y particularmente la pobreza infantil. Ya no es tan fácil encontrar acuerdo cuando se habla de donde obtener los recursos. Ahora, estamos hablando de un problema de enorme dimensión que, como sociedad, no hemos logrado resolver a través del tiempo, es más, se ha visto agravado en los últimos años. Por tanto la respuesta debería ser de la misma dimensión, el tratamiento no puede ser por el margen, al contrario, debe ser central. Esto nos está diciendo que los recursos que destinemos deben ser de una magnitud relevante.
¿Se pueden obtener esos recursos, existen en Uruguay? ¡Claro que sí!
Cuando hablamos de ese 1% más rico en Uruguay, nos referimos a unas 25000 personas aproximadamente. Son personas que poseen más de un millón de dólares, varias cuentan con decenas de millones y también las hay que tienen cientos y algunos, muy, muy pocos, parecen ser “mil-millonarios” en dólares. El aporte del 1% de este grupo de millonarios sería de un punto, aproximadamente, del PBI, unos 800 millones anuales. Lo que se les pide como aporte sería un “pellizco” a su riqueza. Según los economistas, no hay evidencia empírica que una medida de este tipo afecte significativamente a la inversión. Tampoco sería necesario crear un nuevo impuesto-eso que parece aterrorizar a tantos políticos- sino que bastaría con adecuar uno que ya existe. El impuesto al patrimonio fue creado por un gobierno colegiado blanco en 1964, pero actualmente es del 0,1% y aporta solamente 8 millones.
El tema es que, combatir la pobreza en Uruguay, fundamentalmente la que afecta a la niñez, es un tema de enorme justicia. Es más, es un imperativo ético ineludible.
¿Por qué no animarnos a hacerlo? ¿Por qué no obligarnos a hacerlo?
MINUTO A MINUTO