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El tiempo y el SIDA

Por el Dr. César Suárez
Algunos dicen que el tiempo no existe, que es apenas una sensación subjetiva, sin embargo, real o no, se han creado insumos para medirlo y dividirlo en partes (milenios, centurias, décadas, meses, semanas, días, horas, minutos, segundos, y estos últimos en décimas, centésimas, milésimas, millonésimas, que se van haciendo cada vez más pequeñas en la medida que la ciencia crea instrumento de mayor precisión).
Exista o no, subjetivamente, nuestra ansiedad en ocasiones tiene la sensación que el tiempo, sobre todo cuando esperamos, casi que no avanza, a su vez, nuestra memoria genera una sensación de que el tiempo ha trascurrido tan rápido que no podemos creer que haya pasado tanto desde que ciertos acontecimientos han trascurrido.
La semana pasada estuve en Montevideo en un Congreso anual que realiza la Cátedra de Infectología acerca de las novedades y actualización de los conocimientos científicos nuevos acerca de la infección conocida entre nosotros con la sigla de SIDA.
Este evento siempre coincide con una fecha cercana al 29 de julio de cada año, fecha en la que se conmemora el Día Nacional del Sida en nuestro país por coincidir con el día del fallecimiento en Montevideo del primer paciente uruguayo con SIDA conocido, en 1983, hace ya 42 años y justamente vinculado a esto viene la reflexión acerca del transcurso del tiempo.
Yo transité por la facultad de medicina en la década de los 70 y me terminé de recibir de dermatólogo y venereólogo al inicio de la década del los 80 y en toda el transcurso de mi carrera no hubo mención a esta enfermedad, apenas unas referencia en los medios acerca de estas raras manifestaciones en pacientes lejanos de causa desconocida, sin embargo, pocos años después de recibido, por ser el SIDA una enfermedad básicamente de trasmisión sexual, me tocó a mí en Salto el encare de esta enfermedad por ser yo especialista en esa área, comenzando con su encare bastante antes de que llegara al primer caso a nuestro departamento porque era inevitable que llegara. Había que prepararse y bucear en la búsqueda de los escasos conocimientos que había en la época acerca de esta enfermedad e ir aprendiendo junto a los infectólogos paso a paso cada nuevo conocimiento incorporado.
A fines del año 1989 tuvimos nuestro primer caso en Salto y el curso de los años siguientes, el lento crecimiento inicial de las cifras llegar a diagnosticar y tratar a 500 nuevos casos al momento de mi retiro.
Al inicio, hacía referencia al tiempo porque parece mentira que ya hayan transcurrido más de 40 años de los primeros casos en el país y toda evolución del conocimiento acerca de esta enfermedad en todo este periodo, que pasó de ser inexorablemente mortal al inicio hasta el día de hoy, que si bien no ha habido una curación, los avances farmacológicos han logrado controlarla con un único comprimido diario haciendo que esta infección viral, sea totalmente manejables evitando las consecuencias sobre la salud de los que la padecen.
Sin embargo, siguen muriendo persona a causa de esta infección, fundamentalmente por los diagnósticos tardíos dado que estos exámenes no están incluidos en las rutinas de laboratorio y muchos son diagnosticados cuando el deterioro es irreversible.
Otros, que han sido diagnosticados a tiempo y se les ha proporcionado el tratamiento, al sentirse bien, abandonan la medicación, momento en que casi imperceptiblemente comienza un deterioro progresivo de la salud y cuando retoman la asistencia médica, en un alto porcentaje no son rescatables y los que lo son lo hacen con la consecuencia de altísimos costos para la salud pública, equivalente a más de 60.000 dólares en un año mientras que los que realizan el tratamiento normal que el médico indica pueden sobrevivir totalmente sanos a costos ínfimos y ya no morir a causa de esta enfermedad sino de cualquier otra cosa como cualquier hijo de vecino cuando le llega el momento.
Exista o no el tiempo, los acontecimientos se suceden, uno tras otro, se acumulan en la memoria y terminan por formar parte de la historia personal y colectiva que luego podemos contar.