Por Carlos Silva
Los primeros pasos no cambian una historia, pero pueden marcar el rumbo, no resuelven todos los problemas, pero pueden devolver la esperanza. En sus primeros días de gestión, el gobierno de Carlos Albisu y la Coalición Republicana ha comenzado a recorrer un camino distinto, con pasos firmes, señales claras y un compromiso renovado con Salto y su gente.
El cambio no se construye desde los discursos, sino desde los hechos. Y en estos primeros días, los hechos empiezan a hablar por sí solos. Se retomaron recorridas por las distintas áreas municipales, se comenzó un proceso serio de revisión de la situación heredada, y se tomaron decisiones que apuntan a ordenar, planificar y encaminar. Esas decisiones no buscan generar titulares, sino resultados. Porque sabemos que lo que está en juego no es una gestión, sino el futuro de todo un departamento.
A diferencia de lo que vivimos en los últimos diez años, este nuevo gobierno no viene a improvisar ni a perpetuarse en el poder. Viene a administrar con responsabilidad, con vocación de servicio, con la mirada puesta en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones. Viene a reparar lo que se dejó deteriorar, a reconstruir el vínculo entre la Intendencia y la ciudadanía, a honrar la palabra empeñada en campaña.
Sabemos que la situación que se recibió no es sencilla. La administración saliente dejó áreas sensibles en estado crítico, como las calles, la gestión del día a día, y la situación financiera del gobierno departamental. No se trata de buscar culpables, sino de asumir la responsabilidad de revertir esa realidad con trabajo, planificación y transparencia. Y en ese sentido, cada paso dado en estos primeros días ha sido en la dirección correcta: escuchar, ordenar, y actuar con criterio.
El nuevo equipo ha demostrado algo fundamental: se puede gobernar con humildad, con firmeza y con cercanía. No hay despachos cerrados ni autoridades lejanas. Hay recorridas, hay reuniones con vecinos, hay presencia en el territorio. Esa es la señal que muchos salteños esperaban: un gobierno que no se encierra, que no rehuye los problemas, que empieza por mirar de frente la realidad para poder transformarla.
Sabemos que queda mucho por hacer. Sabemos que vendrán momentos difíciles y decisiones complejas. Pero también sabemos que el camino correcto ya empezó. Que cuando hay vocación de servicio, cuando hay equipos sólidos y cuando hay una comunidad dispuesta a acompañar, los cambios se logran.
Hay gestos que, aunque pequeños, tienen un valor simbólico enorme. Que las Termas del Daymán hayan vuelto a abrir los días miércoles, por ejemplo, puede parecer un detalle menor, pero representa una nueva forma de entender la gestión: pensar en la gente, facilitar el acceso al esparcimiento, cuidar el turismo local y demostrar que las cosas pueden hacerse mejor. Son señales concretas de un gobierno que empieza por lo posible, pero que no pierde de vista lo necesario.
Salto está volviendo a creer. Porque por fin se está haciendo lo que durante años se prometió y no se cumplió. Porque ahora sí, los Salteños sienten que hay un gobierno que los mira a los ojos y que se pone al frente. Un gobierno que escucha, que gestiona, que camina, y que comienza, paso a paso, a devolvernos el orgullo de ser salteños.
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