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Oposición firme y gestión cercana departamental

Por Carlos Silva
Uruguay atraviesa un momento crucial, donde el presente exige responsabilidad y el futuro, una mirada clara. En ese contexto, el Partido Nacional ha sabido desempeñar un doble rol que lo fortalece como alternativa sólida: por un lado, ejerciendo una oposición responsable a nivel nacional, y por otro, gobernando en muchos departamentos y municipios con resultados concretos y una gestión cercana a la gente.
Desde el Parlamento, el Partido Nacional ha levantado la voz para defender los logros de estos últimos cinco años y señalar con firmeza las contradicciones del relato que intenta imponer el Frente Amplio. Un relato que muchas veces no se condice con la realidad que se vive en el interior del país, donde los gobiernos Blancos siguen demostrando que con compromiso, cercanía y trabajo, es posible mejorar la vida de los vecinos.
En departamentos como Salto, donde hace apenas unas semanas asumió Carlos Albisu la conducción de la Intendencia, se empiezan a notar las primeras señales de un cambio real. Un equipo técnico y político, comprometido al 100% con sacar adelante el departamento, trabaja todos los días con humildad, responsabilidad y una meta clara, gobernar cerca de la gente. Y lo hacen sabiendo que el camino no es fácil, que se parte de una situación económica muy compleja, heredada de una gestión anterior que dejó desorden, deudas y puertas cerradas. Pero también lo hacen con esperanza y con firmeza, porque la ciudadanía eligió un nuevo rumbo, y es nuestra obligación estar a la altura de ese mandato.
El Partido Nacional no necesita prometer lo que no puede cumplir. Su mayor fortaleza está en los hechos, en las obras concretas, en la gestión seria. Hoy son mayoría los gobiernos departamentales y municipales liderados por intendentes y alcaldes nacionalistas, y eso permite tener una visión cercana, real, cotidiana, que no se ve desde una oficina en Montevideo. Es esa conexión con el territorio la que hace que las críticas desde la oposición nacional tengan un respaldo genuino, una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
Sabemos lo que significa administrar recursos escasos, afrontar deudas heredadas y aún así comenzar a transformar la realidad. Lo vivimos en carne propia en Salto. Y lo viven a diario Intendentes de todo el país, que han demostrado que se puede gobernar con honestidad, con sentido común y con compromiso humano. Porque detrás de cada decisión hay personas, hay familias, hay historias. Y eso es lo que nos mueve.
La voz del interior, muchas veces postergada, se hace escuchar con más fuerza cuando hay Intendentes comprometidos, cuando hay Alcaldes presentes, cuando hay Diputados y Senadores que conocen el barro del camino y no solo el brillo de los medios. Por eso este doble rol del Partido Nacional no es una dificultad, es una ventaja: somos oposición con ideas y propuestas, y somos gobierno con obras y resultados.
Y en Salto lo sabemos bien. Después de años de desidia y estancamiento, volvimos a abrir las puertas cerradas, volvimos a escuchar a quienes tenían mucho para decir y nunca fueron atendidos, y volvimos a poner a funcionar la maquinaria del cambio. Con los pies en la tierra, sin estridencias, pero con firmeza y decisión. Asumiendo los costos, dando la cara, y con una sola meta en mente: devolverle a Salto el lugar que nunca debió perder.
La verdadera política es la que transforma, no la que divide. Y el Partido Nacional, desde el llano o desde el gobierno, eligió siempre el camino de la responsabilidad. Porque la confianza de la gente se gana con trabajo, no con discursos.