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Escritura

Por el Dr. César Suárez
Nos parece natural estar en este momento leyendo el diario, intentando escudriñar en la información que contiene y los mensajes que diariamente vienen impresos en un lenguaje que suele ser comprensible para cada uno de los lectores, sin embargo, la humanidad no nació escribiendo y se calcula que los primeros intentos de dejar una mensaje escrito para los contemporáneos y para la posteridad comenzó hace no más de 6000 años en forma muy rústica sobre la piedra o sobre la roca, sobre el bronce, sobre arcilla usando cuñas, más tarde el papiro y por último el papel para generar los símbolos.
Primero se utilizaron los pictogramas que representaban objetos idea con un simbolismo claro cómo se ve en los carteles que ordenan el tránsito, o ideogramas que usa imágenes reales que aún se usan como la imagen de una enfermera con un dedo vertical sobre la boca, reclamando silencio, más tarde se fueron combinando pictogramas con ideogramas como usaban los egipcios y después letras que permitían formar palabras y escribir ideas.
Yo, como la enorme mayoría, aprendí a escribir en la escuela, en aquella época comenzamos lápices de grafo y más tarde comenzábamos a escribir con tinta con una lapicera de pluma.
En cada pupitre de 2 lugares, en el centro del borde anterior, había un agujero en el medio donde calzaba un recipiente de vidrio denominado tintero, que se llenaba de tinta donde que se usaba para mojar la pluma de lapicera y escribir y que además servía para mancharse los dedos y manchar la túnica en forma continua, manchas casi imposibles de hacer desaparecer y cuando se lograban aclarar una o varias manchas venían a sustituir las anteriores.
Ya, más sofisticados se popularizaron las estilográficas con depósito de tinta de las que había de diversa calidad y costo. Yo llegué a tener alguna y sufrí varios accidentes cuando por algún descuido o desperfecto, derramaba su contenido dentro de un bolsillo.
Las plumas en realidad debían su nombre a sus antecesoras, las plumas de alas de aves, sobre todo gansos, que antiguamente se utilizaban para escribir, escrituras que se preservan con caligrafía perfecta en documentos antiguos y que se guardan celosamente en las bibliotecas o los que se veían en los libros de contabilidad de antiguos comercios.
La lapicera de pluma fue perdiendo la vigencia cuando se comenzaron a hacer populares los bolígrafos representados popularmente por la birome.
Llegado al liceo ya la birome se había impuesto y seguiría siendo la aliada de ahí en más.
Con el bolígrafo sacábamos apuntes de las clases a gran velocidad y después no entendíamos que habíamos escrito.
Más tarde, una vez recibidos, comenzamos a hacer recetas, decenas por día (nombre, cédula o número de afiliado, nombre, medicamento) 1 receta por medicamento, la letra, casi ilegible, sólo entendible para los “expertos” en el mostrador de la farmacia, que completaban el interrogatorio del paciente preguntándole para que se lo había indicado y poder adivinar de que medicamento se trataba (podía cometerse errores).
Ni que hablar si había que revisar una historia, ni el que había escrito podía entender lo que había escrito.
Por suerte, luego vino la historia clínica electrónica que lo escrito no deja dudas, lo mismo que las recetas electrónicas.
Pasaron miles de años desde las primeras escrituras hasta el presente, ahora la letra manuscrita se ha ido dejando de usar, lo que antes se guardaba físicamente en documentos, contratos y libros que ocupan enorme cantidad de estanterías, ahora se guarda en archivos electrónicos que casi no ocupan lugar, ahora, hasta las firmas son electrónicas y todo cambiado en tan poco tiempo.
Me pregunto qué cosas, cada vez más sofisticadas vendrán y si al final no terminaremos por perder el hábito de la escritura manuscrita.