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Ejército de Salvación: una labor silenciosa con servicio humano y social a través del evangelio y la solidaridad

Por Melisa Ferradini.
Con una misión que trasciende generaciones, el Ejército de Salvación ha estado presente en Salto durante más de 125 años y en Uruguay por más de 150. Esta organización cristiana, que nació en Londres en 1865 en plena revolución industrial de la mano de William y Catherine Booth, se ha expandido a más de 130 países en el mundo, llevando no solo el mensaje del Evangelio sino también contención social y esperanza a quienes más lo necesitan. En nuestra ciudad, la obra está a cargo de los Tenientes y Pastores José Luis y Keyla Ortuste, un matrimonio boliviano que desde hace cuatro años dirige la sede ubicada en la esquina de Blanes y Brasil. “Somos una iglesia cristiana evangélica internacional, comprometida con predicar el Evangelio y atender las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad”, explican en dialogo con CAMBIO.
EL TRABAJO
El trabajo del Ejército de Salvación en Salto es diverso y constante. Durante décadas funcionó el hogar El Lucero, en convenio con INAU, que albergaba a niños. Si bien esa etapa culminó, la misión de la institución nunca se detuvo. “Cuando hubo inundaciones estuvimos presentes con alimentos, ropa y apoyo; y actualmente seguimos trabajando con niños, adolescentes y familias tanto en la sede central como en barrio Salto Nuevo”, relatan los pastores. Uno de los programas más significativos es la “Sopa de Amor”, que cada viernes a las 18:30 reparte más de 30 viandas calientes a personas en situación de calle y familias necesitadas. Pero, como remarcan, no se trata solo de alimento: “No es simplemente dar comida, es mirar a las personas, escucharlas, saber sus nombres. Eso también los dignifica y les da esperanza”. Además, la institución mantiene activa una tienda comunitaria, donde venden ropa, calzado y artículos donados a precios muy bajos. Esto no solo permite a la comunidad acceder a lo necesario, sino que también ayuda a solventar los programas sociales. 
ACTIVIDADES EN RED
El Ejército de Salvación también desarrolla actividades en red con otras instituciones, como visitas al Hogar Millán y al Hogar Municipal de Ancianos, donde llevan ropa, meriendas, juegos y música. “Creemos que nadie debe sentirse olvidado. Compartir con los adultos mayores o con los jóvenes institucionalizados es parte de mostrarles que todavía son valiosos y amados”, relata José Luis. La realidad que observan es compleja. “No solo hay hambre de pan, también hay hambre de esperanza”, afirman. Esa pobreza espiritual y emocional se refleja, sobre todo, en adolescentes y niños que conviven con carencias afectivas. En Salto Nuevo, por ejemplo, cada sábado reciben entre 30 y 40 niños de asentamientos cercanos. “Llegan con flores, con abrazos. Ese cariño nos impulsa a seguir adelante y a mostrarle también a nuestro hijo que todo lo que hacemos es por amor”,  enfatiza Keyla.
LA MISION
El matrimonio Ortuste vive su misión como un llamado que no se limita a una ciudad. “Somos misioneros. Nuestra iglesia está organizada en territorios que abarcan varios países; en nuestro caso, Argentina, Uruguay y Paraguay. Eso significa que en cualquier momento podemos ser trasladados a otra ciudad o país. Pero siempre cumpliendo la misma misión: llevar el amor de Dios a quienes lo necesitan”. Hoy, después de más de un siglo de presencia ininterrumpida en Salto, el Ejército de Salvación sigue marcando la diferencia desde el servicio silencioso y el compromiso humano. Quienes deseen colaborar con la obra pueden acercarse a la sede en Blanes 62 esquina Brasil, o comunicarse al WhatsApp 096 385 265